Resumen
Tres amigos se predisponen a vivir nuevas experiencias en los alrededores de su ciudad. Con el entorno natural como escenario viven aventuras con las que acaban aprendiendo nuevas moralejas y adquiriendo hábitos más sostenibles para el medio ambiente. Un toque de fantasía acompaña a los protagonistas.
Relato
En unas casas cercanas a un pueblo de la comarca del Pallars habitaban tres amigos, Abdel, Agnès y Mario, estos solían jugar en las proximidades de los árboles y del río que atravesaba el valle.
Un día, jugando al balón, Abdel tuvo que correr y adentrarse en lo profundo del bosque. Mientras buscaba atareado su pelota se distrajo con varias escenas que no había visto hasta entonces. A un lado del valle divisó a dos animales con pico, de patas largas, que estaban encima de una enorme piedra. Al otro lado, justo en el límite del cauce, vio asombrado a unos peces, eran mucho más grandes que los pececillos de colores que tenía en el salón de su casa, pero las aletas se asemejaban a las de ellos.
Abdel estaba entretenido con aquel lugar que acaba de descubrir cuando de pronto oyó un ruido y se giró hacia la parte alta de donde venía la corriente de agua, allí vio a otro animal peludo, con patas cortas, cuerpo grande y una larga cola. Este se encontraba solo y le miró a Abdel con cara triste, pero justo entonces el muchacho divisó el balón y salió corriendo hacia él sin pensarlo, acordándose de que Agnès y Mario estarían esperándolo.
Cuando el joven regresó al punto de partida, donde hacía unos minutos estaba jugando con sus amigos, este les contó lo que había visto allí entre tanto árbol. Mario y Agnès se mostraron curiosos, pero estaba anocheciendo y sabían que era hora de regresar a sus casas.
Al día siguiente, Abdel invitó a sus compañeros al lugar que había encontrado y a estos les fascinó, por lo que durante los próximos días ese fue el sitio donde pasaban las tardes. Allí conocieron a infinidad de animales y se hicieron amigos de escarabajos, mariposas y de un pequeño zorro que les acompañaba en todas sus aventuras.
Una tarde, mientras los tres amigos estaban jugando con las ardillas, Abdel volvió a ver en el agua al animal peludo de cola larga del primer día, los dos se reconocieron y entonces ambos se acercaron. Abdel se presentó y le pregunto que por qué estaba ahí tan solo y él respondió:
— Hola, soy Mari y soy la única nutria que habita en este lugar.
Abdel era la primera vez que veía a ese tipo de animal y se sorprendió de que estuviese solo en aquel sitio, por un momento se imaginó viviendo en su barrio, sin su familia ni amigos y se puso triste. Inmediatamente le contestó:
— ¿Y cómo así?
Esta le respondió:
— El agua de este rio es mi casa y está más sucia y más contaminada de lo que debería. Esto hace que algunos peces se mueran también y de esa forma me quedo sin comida. Además, este año ha llovido muy poco y las condiciones de mi casa están cambiando, por lo que soy la única superviviente.
Abdel y sus dos acompañantes, que también presenciaron la conversación, se entristecieron y le dijeron que a partir de ahora ellos serían sus amigos y que la ayudarían en lo que pudieran.
Sin darse cuenta, Mario, Agnès y Abdel se sentían como en una gran familia y estaban deseosos de acudir todos los días a ese gran lugar. Estos aprendieron muchas cosas sobre los seres vivos que allí habitaban y se apoyaban unos a otros en lo que necesitaban.
Un día, los animalillos pidieron un favor a los tres amigos. Mari comenzó llevándoles a la zona donde dormía, allí había una botella de plástico con un líquido amarillento en su interior. Esa botella y ese líquido hacían que ella en su casa no se encontrara del todo bien. Las hormigas les dijeron que algunos humanos que pasaban por ahí las pisaban y rompían sus casas y las garzas tenían cada vez menos árboles donde dormir entre sus copas. Los peces explicaron que algunos familiares suyos morían entre plásticos que se tiraban a las aguas y los cangrejos comentaron que hay otros crustáceos que no debían de vivir allí, que esa no era su casa, pero que les habían soltado algunos humanos sin consultarles.
En aquel momento, coincidió que a Agnès se le había caído un diente y tenía que escribir al ratoncito Pérez. En la carta que ella escribió, decidió contar las últimas aventuras que había tenido en el monte junto a sus compañeros y desear que sus amigos del bosque duraran muchos años y no se murieran antes de tiempo por la culpa de otras personas. A los pocos días Agnès recibió un escrito del pequeño ratón, en esa carta encontró la solución a su deseo, lograr que sus amigos no se murieran antes de lo previsto:
«Tú tienes la respuesta, búscala.»
Agnès compartió el mensaje con Abdel y Mario y entre los tres recordaron las conversaciones que habían tenido días atrás con los animalillos y se dieron cuenta de que estos les habían pedido ayuda porque en ellos estaba parte de la solución. En ellos y en el resto de los humanos.
Desde entonces, cada vez que los tres amigos acudían al bosque llevaban una bolsa cada uno de ellos y cuando veían basura la metían en estas para luego arrojarla en los contenedores grandes de su ciudad. También, recordaron que en el colegio habían aprendido a separar los residuos antes de tirarlos en los diferentes depósitos y lo hicieron más que nunca para que no fueran a parar al bosque a ensuciar el hogar de sus amigos. Al igual que cuando se cepillaban los dientes, cerraban el grifo para no perder más agua de la necesaria y mantener así la casa de Mari lo mejor posible.
Agnès, Abdel y Mario compartieron todo lo aprendido en su localidad y así, Mari y todos los animalillos del bosque se mostraron muy contentos y agradecidos de que los humanos les fueran a visitar.
De esta manera, se cumplió el deseo que Agnès pidió al ratoncito Pérez y los tres amigos consiguieron que todos los seres vivos convivieran en respeto y libertad.