El miedo


Autor: El eterno aprendiz

Fecha publicación: 17/03/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

Reflexión alegórica sobre el miedo y la búsqueda desesperada de la libertad en la sociedad de nuestros días.

Relato

El miedo

El paraíso existe… Aquel jardín de juegos, otrora paraíso de mis sueños, tierra de fantasía, que tanto añoro ahora, en algún lugar debe de estar.
Sí, el paraíso existe… Tras el hosco y triste bregar del mundo, al otro lado de las montañas, existe el paraíso. Pero no es un lugar como los demás, más bien es un espacio mágico, lleno de armonía, una especie de estado de conciencia que lo contagia todo, donde habitan voluntades lúcidas, atentos y ágiles pensamientos, cuerpos erguidos y desposeídos de miedo.
Lejos de estas urbes de acero y hormigón, morada de mentes cautivas que adoran a becerros de oro, panacea de ídolos fugaces, mercado sin árbitro de ofertas y demandas, tribuna de engreídos y estúpidos, escaparate de odios ajenos que llegamos a creer como propios, es donde yo pienso que debo ir. Por muy lejos que eso esté, allí debo ir.
Detrás de las montañas, donde los valles, dicen quienes ya estuvieron allí, poseen un verdor refulgente, intenso, que solo creían posible en algunos lienzos de doctos pintores, hay espacios poblados de frondosos árboles, sanos, vigorosos, muchos de ellos repletos de frutas exóticas, en los que anidan aves multicolores y seráficas, de canto melodioso, osado, libre. Dicen también que detrás de las montañas el campo tiene enormes ojos de aguas mansas azules y esmeraldas, cascadas que dejan transparentar grutas acogedoras, arroyuelos que zigzaguean de manera espontánea y caprichosa en extensas praderas donde brotan preciosas flores. Los animales que allí viven gozan de libertad y no se muestran temerosos con la presencia humana. En las noches de verano, el cielo, profundo, de un azul vivo, casi irreal, alumbra los confines de esos valles con lluvias constantes de estrellas fugaces. En los días de invierno, el sol tiene el suficiente vigor como para permitir el gozo de vagar libremente sin necesidad de abrigarse. Primavera y otoño son los períodos más maravillosos para disfrutar en ese paraíso.
Desde que alguien me habló de ese lugar, he tratado de averiguar la manera de escalar esas montañas. Si otros lo han hecho antes, por qué no puedo hacerlo yo. Sé que se trata de una cordillera escarpada, inaccesible en la mayor parte de sus pasos; bastantes han perdido la vida allí, tratando de coronar algunas de sus desafiantes cimas. Pero, cuentan, que hay tres picos, los más elevados de todos, por los que es posible cruzar al otro lado; son conocidos como Amare, Iustitia y Libertas.
Más vale morir despeñado que vivir arrodillado. Quienes han logrado enfrentase exitosamente a la difícil empresa de alcanzar esa especie de tierra prometida cuentan que merece la pena correr ese riesgo. Nada que merezca la pena se consigue sin sacrificio; dicen que nadie llegó a la cumbre acom- pañado por el miedo. Así que, si el intento fuese baldío, siempre alguien podría decir que morí tratando de alcanzar Amare, Iustitia y Libertas.
Como tantos otros, habito un mundo gobernado por la tiranía del orden, la sumisión y el miedo. El miedo rige nuestra existencia. El miedo se transmite de padres a hijos. El miedo está por todas
partes. Hay miedo ante lo novedoso. Hay miedo a los diferentes. Hay miedo a la libertad. Tenemos miedo a la resurrección de los fantasmas del pasado. Miedo al presente echando a volar. Miedo a la incertidumbre del futuro. Miedo a quedarnos sin dinero y miedo también a tener demasiado. ¡Ay, el inmovilizante miedo! ¿Qué sería del poder sin el miedo? Sin ese miedo que el propio poder produce para perpetuarse.
El hambre desayuna miedo. La miseria come miedo. El dolor cena miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza y chantajea. Si usted ama, tendrá sida, si bebe, acabará cirrótico, y si fuma, tendrá cáncer. Si come, tendrá colesterol. Si respira, la contaminación le dañará los pulmones o acabará por matarle. Si camina, tendrá violencia. Si habla, tendrá desempleo. Si piensa, tendrá angustia. Si le asaltan las dudas, tendrá locura. Si siente, tendrá soledad. Y si tiene miedo, seguirá teniendo miedo. El miedo es infinito y no hay nada más horrible y que dé más miedo como el miedo…
Aunque me cueste la vida, quiero alcanzar algún día esos valles donde dicen que no existe el miedo. Quiero, necesito, llegar a ese paraíso. Lo buscaré detrás de las montañas… Lo buscaré dentro de mí.