SUPERHEROES


Autor: BONO

Fecha publicación: 19/03/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

Superman nos cuenta, en una especie de reportaje, algunos aspectos de su vida y nos revela sus pensamientos mas íntimos.

Relato

SUPERHEROES Un drone con una cámara va sobrevolando el Polo Norte y su interminable capa de hielo. Se desplaza a una velocidad constante y a muy poca altura, casi a ras del suelo, filmando el manto blanco adelante, en un extraño efecto visual. A lo lejos empieza a vislumbrarse un punto que va creciendo. Un color rojo aparece, destacándose cada vez más. A medida que se acerca empieza a tomar forma un castillo irregular de cristales de hielo. Por delante, un hombre sentado en la posición del pensador de Rodin. El aparato va desacelerando hasta detenerse por completo frente a la figura vestida con un extraño traje azul, con un rombo rojo dibujado en el pecho y una capa del mismo color. Tiene el pelo negro, la piel blanca, una desarrollada musculatura y se nota que es muy alto. - Me pareció que esta era la mejor manera de comunicarnos sin las complicaciones que, para ustedes, hubiera sido trasladarse hasta acá. Sé que esperan que les explique cómo es ser un héroe. Primero déjenme que les hable de este traje. Seguro que les llama la atención lo ridículo que es usar una calza con un calzoncillo por arriba. Nada más incómodo e inútil que la capa, no tiene explicación. Las veces que me abre enganchado con el bendito trapo. Todo está hecho de una microfibra adherente, muy linda para lucir los músculos, pero no hay nada más caluroso. La cuestión es que me lo cosió mi mama adoptiva, una mujer adorable, pero que de diseño de indumentaria no sabía nada. Negarse a usarlo o explicarle lo incomodo del asunto hubiera sido todo un sacrilegio, y le hubiera provocado un enorme dolor. Hasta podría haber sufrido un ataque. Así que acá estamos, con el traje puesto. Es muy ingrata la vida del héroe. A propósito, ¿nunca se preguntaron donde me escondía la capa cuando me vestía de Clark Kent? Es un misterio que no se me permite revelar. Pero bueno, vamos al principio de mi historia. Nací en un planeta al borde de la extinción, más allá de esta galaxia. Mis padres decidieron salvarme, me metieron en una pequeña nave, una especie de supositorio espacial y me mandaron para acá. O sea que, soy un alíen. Que quede claro, un Alíen. Así como el de la película de Ridley Scott. Podría haber sido un monstruo maligno con una enorme boca llena de dientes de la que cayera constantemente una baba gelatinosa. Pero no, era un hermoso niño a imagen y semejanza del ser humano, y encima más bueno que Rin Tin Tin. Cuando aterricé me rescato el matrimonio Kent, una pareja de granjeros ya grandes, sin hijos. Nunca supe como explicaron la aparición de un bebe de la nada. El tema es que me criaron con mucho amor, pero digamos que yo estaba sobrecalificado para sus expectativas, pronto entendieron que no era un nene común y corriente. Como no sabían cómo resolver el asunto se les ocurrió que lo mejor era ocultarlo, negándome la posibilidad de que me expresara con alguno de mis superpoderes, reprimiéndome cada vez que quería saltar arriba del techo o levantar el tractor para sacar el perrito de abajo. Imagínense lo incomprensible que era para mi pasarnos con mi padre toda una mañana cavando y colocando cinco postes de alambrado cuando yo lo podía hacer en un minuto y medio. Lo peor era que no me dejaran volar, tenía que refrenar ese impulso cada vez que salía de la casa. Por supuesto que hacía eso y muchas otras cosas a escondidas, pero era un chico frustrado de no poder desarrollar todo mi potencial. Cuando llegue al secundario, en Smallwille, lo mismo. Podía haber derribado al matoncito de la clase con un soplido, pero tenía que contenerme. O cuando jugaba al futbol americano, que fácil hubiera sido ganar yo solo un partido, pero no, debía ser un chico común. Ya en Metrópolis, trabajando de reportero en el Daily Planet, a mis autores no se les ocurrió nada mejor que presentarme como Clark Kent, tímido, retraído, deslucido. Claro, que otra cosa podía ser después de haberme reprimido tanto tiempo. Podrían haber elegido un alter ego como Bruce Wayne, un heredero multimillonario que nunca trabajó, una especie de playboy. A mí me toco Clark Kent, un gilipollas, dirían los españoles. Además, ¿alguien puede pensar que por el solo hecho de usar anteojos nadie lo iba a reconocer?, increíble. El otro, vestido de Batman, por lo menos usaba una máscara, aunque las orejitas eran bastante ridículas también. Encima le pusieron como archienemigo a Gatubela. Siempre tuvo suerte. A mí la que me gusta es La Mujer Maravilla, ¡qué mujer! Volviendo a Batman, ni poderes tiene. ¿Alguien vio como escalaba con Robin los edificios?, de cuarta. Sin embargo, Hollywood lo tiene como el superhéroe preferido, ahora le hicieron una saga de películas buenísimas, superproducciones. En mi caso no me ayudo el marketing, se acuerdan cuando la gente decía: es un avión, es un cometa, es Superman. Hoy, ¿quién mira para arriba? Nadie, si hasta tuvieron que poner los semáforos en el piso. Además, la competencia es feroz, se ha especializado todo tanto que cada uno tiene un único poder. Hay superhéroes de lo que se te ocurra, hasta hombre hormiga, o mujer abeja. Solamente el suertudo ése puede sobrevivir. Mis creadores, Jerry Siegel y Joe Shuster, me dotaron con todos los poderes imaginables, un ser invencible, solo vulnerable a la kriptonita. Un mineral de Kriptón y por lo tanto muy difícil de encontrar en la tierra. Sin embargo, a los tipos se les ocurrió que me ocupara de perseguir a criminales de poca importancia, salvo Lex Luthor, un ceo demoniaco de una mega compañía, el resto, pelagatos. Vendría a ser una especie de precuela de Robocop. O sea que, de nuevo la frustración. Nada de parar un tsunami o evitar una guerra, ni siquiera atajar un avión cayendo. No, a hacer trabajo de policía, un desperdicio. Estoy cansado. Tantos años de hacer este personaje, de ser obediente, de contenerme. Estoy a punto de rebelarme y ser el héroe que siempre quise. Mi padre, Jor-El, era un científico en Kriptón que anunció la catástrofe que se avecinaba, los burócratas de siempre (allá también había) lo ignoraron y el planeta desapareció. Por momentos pienso que quizás mis padres no solo quisieron salvarme, sino que también me mandaron para alertar a la Tierra de los peligros que implica tener a este tipo de irresponsables manejando y destruyendo el planeta. Un día de estos arranco, me doy una vuelta por la Casa Blanca y lo agarro a Trumps de las cejas. Enfilo para el sur, me lo cargo a Maduro y a Bolsonaro. Sigo por el Pacifico, llego a Corea, lo subo a Kim y me busco a la frutilla del postre, Putin. Por las dudas, a la vuelta, paso por Italia e Inglaterra y junto a estos dos loquitos nuevos. Los llevo a todos a la Zona Fantasma, esa especie de prisión virtual, donde no puedan joder más a nadie. Después, me presento al resto y les encargo que se pongan las pilas si no quieren seguir el mismo camino. Les exijo que hagan algo con el calentamiento global y terminen con el hambre en el mundo, por lo menos. No estaría mal, tampoco, obligarlos a que dejen de gastar plata en armamento y usen los recursos para el bienestar de todos. Los voy a vigilar muy de cerca y a frenar cualquier intento de guerra o terminar las que están. Eso sería ser un verdadero superhéroe.

SEUDONIMO: BONO