
Resumen
Daniela está preparando su boda, previendo la mayor parte de "último momento" que malogre su ya postergada fiesta. Pero sospecha que Diego está en problemas. Y durante el transcurso de los últimos seis días hata llegar la fecha, tiene que afrontar, con la ayuda de una amiga, un desenlace que no estaba previsto.
Relato
SUEÑOS ROTOS
Autor: Minerva
Gran revuelo ese domingo en el mono ambiente de Daniela: estaba cerrando los últimos acuerdos con el catering y los fotógrafos. Se sabe que los preparativos llevan su tiempo, sobre todo si no se cuenta con una persona encargada de organizarlos. Todo lo que iba a pasar debía estar previamente chequeado, si no quería encontrarse con alguno de los imprevistos. No al menos de los más complejos para resolver. Siempre aparecería alguno, pero cuantos menos, mejor.
Era una boda deseada por ambos, pero particularmente puesta en acto por la novia. Diego opinaba poco y aceptaba todo cuanto ella le sugería. Después de todo fue la que logró los contactos necesarios para cumplir con una doble ceremonia –civil y religiosa- que sólo convocaba a los más íntimos. No más de cincuenta.
Ya habían sucedido dos postergaciones, una por la muerte de la abuela de Daniela y otra por una corresponsalía de último momento en el exterior, sin posibilidad de relevo, que Diego debió cubrir. La tercera será la vencida, pensaban los padres de ambos y Daniela cruzaba los dedos esta vez.
Falta muy poco - sólo seis días - y un “último momento” irrumpe sin que Daniela hubiera percibido siquiera una mínima señal y, peor aún, sin que Diego se arriesgara a decidir qué hacer. Es por eso que ambos buscan un aliado para enfrentar, en esta oportunidad, al fantasma tan temido.
Lunes
Daniela llama a su amiga íntima
- Pensé que este momento iba a ser mágico, o al menos muy especial, pero se parece a cualquier trámite complejo que tuve que resolver para la empresa. Siento que hay algo de todo esto que me provoca inquietud, o desazón, o no sé qué, pero no me siento feliz, Lorena. ¿Creés en los presentimientos?
Diego llama a su hermano
- Miguel, vos pensás que estoy loco, ¿no? Tengo ganas de rajarme lejos, aun sabiendo que casarme no signifique mucha diferencia con la vida compartida que llevamos desde hace tres años con Dani. ¿Vos qué harías?
Martes
Daniela contesta la llamada de su amiga.
- Anoche Diego no vino a dormir. ¿Otra corresponsalía? me pregunté, pero últimamente suele desaparecer y resulta que se queda en el canal porque dice que no llega a presentar su trabajo a tiempo. No sé qué pensar, Lorena. Ya sé que parezco exagerada, pero nada bueno debe estar pasando.
Diego irrumpe en casa de su hermano.
- Por favor, Miguel, salvame de ésta. Anoche anduve como sonámbulo por los pasillos de la productora y le dije a Daniela que estuve aquí. No sé qué me pasa. O sí. Estuve pensando, pero no sé si es lo mejor. ¡Qué difícil se me hace hablar con vos Miguel!
Miércoles
Daniela llama a Lorena
- Ayer esperé a Diego en el coche, como tantas veces en su horario de salida. No me vio porque iba hablando muy animadamente y llevando abrazado del hombro a Silvio, su coequiper. ¡Si, su amigo de toda la vida! Salieron en dirección a la avenida y los seguí. ¡No Lorena!, ¡nunca sospeché nada! Pero ahora tengo evidencias.
Diego responde al llamado nocturno de Miguel
- Sí Miguel, estoy decidido a seguir. ¡Ah! Lo mío es engaño y acaso lo tuyo, ¿no? Hoy aproveché que Daniela no dejó mensajes y después del trabajo fuimos con Silvio a “Donas”, a tomar unos tragos como despedida de soltero y para poder pensar cómo seguimos con lo nuestro. ¡Sí, ese es el boliche gay que está en la avenida! ¿Querés saber lo que me pasa? ¿Cómo que recién te das cuenta? Estoy en llamas con Silvio, hace rato que nos pasan cosas, ¡sí eso es tal cual lo que nos pasa, Miguel! Y justo ahora explotó. Por eso yo quería desaparecer ¡No, Daniela no lo sabe! ¿Cómo querés que se lo diga?
Jueves
Daniela despierta temprano a su amiga
- Anoche tampoco vino a dormir y menos aún me dejó mensajes. Yo apagué el celular. Estuve toda la noche llorando. ¿Qué querés que haga Lorena? ¡Cómo voy a parar todo! ¿Por qué no me lo dice? ¿Tan energúmeno es?
Diego recibe el llamado de su hermano
- Yo creí que me ibas a entender, Miguelito, sos mi hermano mayor, ¡decime qué hago! ¡Cómo que la llame y le cuente todo!! ¿Querés verme muerto?
Viernes
Daniela sabe que, a esta altura, su novio no tendrá agallas para contar su verdad, porque teme más a la familia que a una novia engañada. Y, seguramente sabe también, que sería incapaz de tocar su mundo perfecto, con tal que no se rompa el tan deseado equilibrio conseguido gracias a este primer trabajo formal en una productora de televisión. ¿Sería capaz de tanto este hombre?, se pregunta.
¿Qué pensaba hacer entonces? ¿Seguir con la farsa del matrimonio feliz, mientras él se revuelca sin problemas con un tipo en circunstancias más que seguras? ¿Se merece ella este destrato?
Miguel siempre fue un buen amigo, pero cuando ella lo llamó, sólo pudo balbucear que esta vez no podía, o no sabía cómo ayudarla.
Ahora Daniela, herida en su orgullo, siente que tiene vía libre para encarar a su modo un imprevisto capaz de desmoronar definitivamente un sueño que, ya lo sabía, era sólo suyo.
- Necesito que nos encontremos esta mañana sin falta, Lorena, venite a casa por favor, se supone que Diego sigue en lo del hermano. Hasta ahora no consigo que me llame para detener la boda y yo sola no lo haré. ¿Querés que te diga lo que tengo pensado para mañana?
Sábado al mediodía
Daniela recibe un ramo de rosas blancas, tal como cada aniversario Diego se ocupaba de enviarle. Lo que en estos años juntos entendió como una galantería amorosa que sabía valorar, ahora le parecía una burla. Seguramente él esperaba que tomara la decisión de reemplazar a su bouquet de novia. ¿Cómo se explica?
Ese día, en el que ahora quería concentrarse, se presenta felizmente luminoso, típico de finales de primavera y apropiado para una celebración al aire libre. En el gran gazebo blanco instalado en el generoso jardín de la casa materna, Daniela había conseguido cerrar algunos cambios de último momento y Lorena sería su ayudante estratégica y táctica. Lo que iba a ser un sencillo festejo familiar, estaba por dar un giro impensado, acorde al que dio su vida en estos días.
Una gran pantalla a las espaldas de quienes tenían a su cargo oficiar la unión matrimonial, reflejaba escenas previas a la tan esperada. En los asientos había un sobre cerrado, con el nombre de cada invitado y la consigna de no abrirlo hasta que alguien diera la orden. A nadie le llamó la atención, pues Daniela siempre fue muy creativa y sabía cómo sorprender a su familia y a sus amigos.
La novia luce espléndida con su ramo de rosas blancas, del brazo de su padre, mientras llega al altar y es recibida por un novio sonriente, evidentemente seguro de que todo sigue el cauce esperado y, a su vez, decidido a sostener que nada cambie. A su modo quiere a esa mujer, pero con Silvio es diferente y se consuela pensando en que un amor paralelo pasará desapercibido o quedará camuflado bajo las luces y las cámaras de los estudios.
El rito debe completarse con todos los pasos legales y religiosos, interminables para Daniela, hasta llegar a la formalidad de dar el consentimiento.
- Sí, acepto –fue la pronta respuesta de Diego a la consabida pregunta de la Jueza. Y de inmediato le sigue un instante breve de espera ante la misma pregunta formulada a la novia, paréntesis sólo percibido por Lorena que sigue atenta a cada momento de la particular ceremonia reformulada por su amiga.
- Antes de responder - comienza entonces Daniela, con su permiso señora Jueza, quisiera que vieran unas imágenes en esa pantalla. Ahora sí pueden abrir sus sobres –dice con tranquilidad pasmosa ante la mirada desorientada de Diego y el gesto de resignación de los oficiantes, acostumbrados a caprichos varios en estas ocasiones en las que son convocados.
Y de inmediato se proyecta un breve video titulado “Despedida de soltero” en el que se ve a Diego abrazando a Silvio, presente en primera fila, a ambos entrando en “Donas” y luego haciendo lo propio en un hotel privado de la zona. En el “suvenir” de cada invitado, se ven las mismas escenas impresas en papel.
- Ya tiene mi respuesta, señora Jueza, ¿es necesario que lo exprese en voz alta?
Y sucede lo previsible. Llantos inconsolables de madres y tías, ataque de taquicardia en el padre del novio, gestos de asombro e incomprensión entre los jóvenes -imposible que alguno haya siquiera imaginado semejante bochorno - y rápida huida de Silvio.
Muy segura de haber obrado en consonancia con su sentido de la vida en común y del respeto por sí misma, Daniela abandonó el lugar soltando por el aire el ramo, seguida por un Diego enfurecido, pretendiendo explicaciones que ella no pensaba darle.
Más tarde, después de asegurarse que se cumplió, según lo pautado, el envío del servicio de catering a dos comedores para niños de un barrio cercano, Daniela se encerró en su departamentito, bajó las persianas, apagó su celular y luego de explotar en un llanto a gritos - lo único que logró calmar su desazón - se quedó dormida hasta el otro día.