Resumen
Trata de una mujer que esta sola en lo alto del poder. Enfrenta un difícil diagnostico medico y descubre que puede contar con la ayuda de un joven empleado.
Relato
SOLA
La amplia sala está decorada con una mezcla de muebles de estilo y modernos, en exquisita combinación. En las paredes cuelgan un par de cuadros de arte figurativo y una gran foto en blanco y negro enmarcada, un retrato de la dueña de casa. Dos amplios ventanales, del techo al piso, abren al jardín. Al costado de uno de ellos hay un escritorio antiguo de pinotea. María aparenta algo menos de sesenta años, tiene un moderno corte de cabello, con un maquillaje sobrio que resaltan sus ojos. Lleva puesto un palazo negro con una camisa de diseño blanca. Está de pie, apoyada en el mueble, manteniendo una crispada conversación por celular. - ¿Vos sos boludo? ¿Qué parte no entendiste?... Te estoy escuchando …Gastón entra con una taza de café en la mano. Está cerca de los cuarenta años, es alto y delgado, lleva un ambo azul con camisa y corbata que deja vislumbrar un cuerpo trabajado. María le hace una seña para que apoye el café. - Son excusas, déjate de joder y hace bien tu trabajo, no quiero darle ninguna chance al hijo de puta de Giménez. El lunes quiero ese contrato arriba de mi escritorio - Corta el teléfono y mira a Gastón. - Me pidió que le avisara. Ya es la hora, tengo el auto en la puerta. - Esperá, necesito que me ayudes con la computadora, bajé un archivo del mail y no sé dónde lo guardó. – Permiso, a ver… Rodea al escritorio y se inclina sobre la computadora. - Sentate. Gastón comienza a teclear en la máquina. - Es lo que está minimizado? Si. De paso decile a la chica nueva… - Vanesa - Como sea. Vanesa, Valeria, se llaman todas parecidas. Que no me llame más señora, que me diga María. No sé si me encanta esta chica, es bonita, pero demasiado despierta. Mantené la distancia, por favor. - Ya está, ahora lo tiene en documentos, lo puede abrir con el nombre: Informe de Pergamino. - Ya que estamos, cuanto hace que trabajas para mí? - Van a ser cuatro meses.
- Es hora de que dejes de hablarme de usted y me tutees. - Es una cuestión de respeto…. - Por eso, respétame. No me gusta que en mi casa me hablen de usted, me hace sentir vieja. El respeto es otra cosa. Gastón se levanta de la silla. - Necesita…- María lo mira fijo - Perdón… ¿necesitás algo más? María sonríe, satisfecha, se da vuelta y comienza a acomodar unos papeles dentro de un bolso. - No, esperame en el auto, ya voy. Es un ambiente grande con la cocina incorporada, una ventana da sobre el mismo parque de la casa, sobre un costado hay una cama de plaza y media. Gastón está acostado un poco erguido sobre un par de almohadas, Vanesa tiene la cabeza apoyada en su hombro. Los dos están desnudos, apenas cubiertos por una sabana. ¿Por qué empezaste a trabajar con la Vieja? - Dice Vanesa. - Cuando deje la fuerza, alguien me recomendó con María. Necesitaba un secretario que también pudiera protegerla. La habían amenazado feo y estaba asustada. - ¿Por qué te fuiste? - Me incorporé para entrar en un cuerpo de elite, el entrenamiento fue terrible. Cuando vi cómo eran los tipos que estaban arriba, sentí asco, sabía que estaba ascendiendo y no quería convertirme en unos de ellos. - ¿Pero si sos decente no podés subir igual? - No funciona así. O te adaptas y sos parte del engranaje, o te vas. O te van… y puede ser de la peor manera. - ¿Pero, te sirve estar acá? - Sí, claro. Tengo un excelente sueldo, vivo en este departamento en la mejor zona de Buenos Aires y en el garaje hay guardado un Jaguar X Type del año 80 que era de su padre y María me pide que lo use de vez en cuando, para que no se estropeé. Me encanta ese auto y me encantas vos. - ¿Sí? ¿Qué te gusta? - Tu cara, tu pelo… tu culo. - Ah, ¡bueno! Vanesa sonríe y lo besa en la boca. - Me tengo que vestir.
Se levanta y toma la ropa de una silla. Mientras se acomoda el corpiño: - Todo muy lindo, pero tenés que bancarte a la vieja. - Si se entera que le decís así te echa en el acto, y si se da cuenta que estamos juntos nos echa a los dos. Vamos a tener que ser muy discretos. - Hay momentos que no la soporto. - No es tan jodida como vos creés, tiene distintas facetas, hay que saberla llevar. A la mañana siguiente Gastón entra en la sala con una taza de café en la mano. María está parada frente a la computadora, apoya las dos manos en el escritorio, luego se desvanece y cae al piso. Gastón se acerca y la palmea en la cara. María apenas reacciona. Gastón la acomoda con la espalda contra el costado del mueble. - ¡María! ¡María! La sacude un poco de los hombros y ella despierta. - ¿Qué pasó? - Te desmayaste. Gastón toma la taza de arriba del escritorio y la ayuda a tomar un poco de café. - Tomá un poco, te va a hacer bien. - Me bajó la presión, no es nada. Tuve una noticia de mierda. Me dieron el resultado de un estudio, tengo un tumor en un pecho. Gastón la tiene tomada de la mano. La ve por primera vez como una mujer vulnerable, sin la coraza que lleva siempre y siente pena por ella. - Hoy está muy avanzado el tema, seguramente es curable. - Si, pero si tengo que hacerme un tratamiento… Estoy sola para llevar todo esto… - No estás sola, tenés a tu hija. - Pilar vive en otro mundo, se la comerían cruda. Si Manuel no hubiera tenido ese estúpido accidente, podría ser. Tenía carácter. Donde me vean débil me van a atacar como buitres… - Entonces que no te vean así. Preferible que nadie se entere, pero igual, por las dudas, tenés que mostrarte más fuerte que nunca. - Ayudame a levantarme. Gastón la levanta de los brazos, ella se apoya en el escritorio. Tiene la cabeza un poco hacia abajo, el pelo le cae hacia adelante.
- Te propongo algo, que te parece empezar a correr por Palermo. Te puedo entrenar. Que te vean en estado. Te va a hacer bien desenchufarte un poco. - Por favor, no se lo cuentes a nadie. - Podés confiar en mí. - Sería la primera vez que confíe en alguien. Es temprano, en la mañana. Gonzalo con un jarro de café en la mano mira por la ventana de la cocina. El sol a pleno llena el jardín de diferentes colores. Aparece María con un equipo deportivo y el pelo atado en una coleta. - Buen día, María ¿le preparo el desayuno? - Un café nada más, Amelia, vamos a salir a correr con Gastón. - Ah, muy bien. Mientras, Amelia está de espalda, María comenta en voz baja. - Nunca logré que me tuteara. Gonzalo sonríe.
SEUDONIMO: BONO