Quien mal anda, mal acaba


Autor: Txema

Fecha publicación: 09/02/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

Es una historieta basada en hechos reales parecidos a los que se describen. Y es un buen ejemplo de lo que les puede pasar a quienes viven al margen de las buenas maneras.

Relato

Quien mal anda, mal acaba (cuento)
Batiste era un adolescente de 13 años que vivía en un pueblo de la Comunidad valenciana. No era un chico como los demás, era muy inquieto y muy inteligente. Pero, esa inquietud y esa inteligencia, no las utilizaba en hacer buenos propósitos. Todo lo contrario. Siempre estaba inventando en cómo hacer maldades o en cómo sacar dinero a costa de perjudicar a los demás.
Por ejemplo, era capaz de desarmar los motores de los tractores (que yacían aparcados por la noche en el patio de la Cooperativa del campo), sacar todo el cobre existente en los motores y luego poner los motores nuevamente tal y como estaban, pero sin cobre. Con lo que era imposible que el tractor funcionase. El propósito era... vender el cobre y sacar unos cuantos euros, mientras que al dueño del tractor le podría costar muy, muy cara la reparación del mal acaecido.
Era también capaz de colarse en un Cine de verano y quitar todo el cobre de los cables de la luz de todo el cine (esta vez lo hacía a mediodía) y cuando venía la noche y el momento de abrir el cine... allí no había luz que se encendiera, ni máquina proyectora que funcionara, pues... no había nada de cobre en todo el material del cine.
También se dedicaba... con la colaboración de sus dos compinches, Eloy Atilio a entrar en las casas y mientras entretenían a la mujer intentando sacar una aportación para comprar los equipajes para un nuevo equipo de futbol que iban a crear en la población, Batiste se metía en las habitaciones intentando buscar oro o dinero en los cajones de los muebles (eran finales de los años sesenta y las casas de los pueblos no estaban cerradas con llave como en nuestra época actual).
Todo esto con el tiempo salía a relucir. Con el tiempo todo se sabe y se descubría a los culpables de los actos vandálicos.
El padre de Batiste era un hombre muy serio. Un hombre muy responsable y del que nunca nadie habló mal, pues su conducta siempre fue muy correcta para con toda la gente en general. Pero fue muy severo con los castigos que le aplicaba a su hijo Batiste. Dicen que le pegaba con una correa de piel gruesa y por la parte de la hebilla... para que le doliera más. Aparte de encerrarlo en su habitación bajo amenaza de volverle a pegar con la correa si se escapaba.
Eso de estar encerrado, volvía loco a Batiste con lo inquieto que era.
Así que... pensó en darle miedo a su padre diciéndole que si le volvía a pegar se ahorcaría y lo hizo un par de veces calculando que lo iba a rescatar.
Pues lo hacía cuando lo oía entrar en casa y su padre, al verlo corría a levantarlo y quitarle la maldita soga.
Pasó el tiempo y volvió con sus robos de cobre y demás objetos que pudiera vender y volvieron los castigos y las amenazas de ahorcarse. Pero un día se equivocó y creyendo que entraba su padre, entró su hermanito pequeño, que... no pudo hacer nada, que no fuera llorar aterrado por lo que estaba presenciando.
Cuando acudieron los vecinos a ver que estaba pasando, Batiste ya estaba muerto por asfixia y no pudieron reanimarlo. Murió con trece años y dejó tanto en su familia, como en su pueblo una tristeza y una impotencia, que nunca nadie olvidará. La corta vida de Batiste fue muy mal avenida y se cierne al dicho (nunca mejor dicho) de: “quien mal anda, mal acaba”.
TXEMA