OMISIÓN REDIMIDA


Autor: EXPERIENCIA

Fecha publicación: 13/02/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

Reflexiones compartidas con la máquina de escribir con la aprendí mecanografía en mi primer trabajo y que casualmente, tras cincuenta años rescaté de un rastro o mercadillo por abandono de la empresa, tras la progresiva adaptación hasta hoy a la ordenografía informática a la que encara la deshumanización masiva, en base a comparar los sonidos y ritmos de la antigua mecanografía.

Relato

Para optar al –II-CERTAMEN DE RELATO BREVE “ESCRITA SPOT” B. Categoría “Relato breve Castellano Adultos” Pseudónimo: Experiencia Título: OMISIÓN REDIMIDA
===============================================================
¿Pudiera ser que la realidad fuese una conspiración entre la vida y la muerte para impedir que el raciocinio extermine su origen emocional? No soy el único sobrecargado de experiencias delirantes que teme ser un artilugio de carne y huesos lubricado con sangre, lágrimas y glándulas embutidas en el pellejo de un cuento que de tanto recitarlo termino creyéndomelo.. ¿Algo así como una máquina de escribir? Procuro no confundirme entre un pasado que no volverá y un futuro que sí me importa. Aunque asumo que los teclados digitales facilitan rectificar, memorizar, compartir, pero sus fatuos sonidos me obligan a inmortalizar el recuerdo de aquellos soniquetes mecanográficos… “¡tla-ca-tla”…! Sonaban a ritmo del alma haciendo vibrar la piel de blanco satén del folio conforme tomaba vida llena de errores ¡Mira esta! Hoy me produce más piedad que morriña ver una vieja máquina de escribir desahuciada esperando que un transeúnte coleccionista la redima de la esclavitud del desprecio, por precio bajo y menos aprecio de su quebrantada desnudez exhibida en el tenderte de las desidias. Aún disuelve un resto de identidad olvidada. Es otro trasto agonizante en la apatía del tiempo, esperando ser comprarla como esclava de las curiosidades de la vida. Me anticipé con indiscreta vehemencia: -“Perdone, la vi antes”.
Debiera avergonzarme del precio que pagué por aquella reliquia. Pero no podía, ni debía, ni quería reprimir mis escaramuzas emocionales contra la especulativa vanidad coleccionista. En el camino de vuelta, no sé si en mi consciencia o conciencia, resuena el eco de un añorado tecleo. Me asaltó una sonrisa lastimera recordando la forma de pasar renglones, cuando le tiraba de la orejeta con tal insistencia que enrojecía como la de un niño reprendido. ¡Ay! Suena como la máquina que debiera haber tirado de las mías. No quiero creer que el repiqueteo sale del interior ¿Escribe sola o se le caen el resto de teclas, como dientes cariados? Acelero el paso por llegar a mi escritorio. Esta sonrisa se me transfiguró en sendas lágrimas imprevistas por el afecto de lubricar recuerdos de cuando la maltrataba durante mi núbil aprendizaje, acribillando su alma de carro desplazable por aprender y no saber qué estrellaba mi adolescencia en la virginidad de un folio enrollado como pétalo idealista. Aquella máquina fue la primera que me inspiró la primaria devoción por la literatura. Sonaba al galope del candor sobre estepa de palabras nunca escritas.
En dos zancadas llegué a casa. A riesgo de romper el desencajado pestillo, abrí el maletín como quien llega tarde a resucitarla y con un ansioso soplido la desnudé de su mugriento traje de polvo de tiempo. Compruebo que le faltan resortes y de los pocos supervivientes, otros decapitados de sus tipos. ¡Imposible! Conserva un viejo papel… el que olvidé desenrollar con los errores de entonces. Leo:
-“Soy la máquina donde aprendiste mecanografía. Nunca advertiste mi dolor cuando tu inexperta juventud me las clavaba. Con los años aprendí a curarme con antiséptico de tinta y vendarme con mi cinta roja y negra” -Insistió su autotecleo inquiriéndome con letra libre, recordando a Federico: -“No me llevas. Me voy contigo… Levanta el papel y mira las cicatrices de tus pasiones barbilampiñas de cuando me aporreabas con la concupiscencia de manos enamoradizas”-
Desenrollé la ictericia del folio como si levantara la falda que dejó de ser angelical en deseos omisos. ¡Es verdad! La superficie neumática del carro conservaba huellas de emociones primitivas… aquellas inconfesables que escribí sobre una cuartilla que por vergüenza rompía cada vez que la sudaba Decido lijarla con recuerdos resentidos antes que las lea el cinismo y se ría de mi fantasía. La revestí del mismo papel por no malgastar otro. Siguió autotecleándose a sí misma:
-“¡No necesito que presiones mis tipos aunque haya perdido tantos como tú, pelos y dientes”. -Intenté superar mi reticencia por una máquina que se autoescribe sin que nadie abata sus teclas con dedos que muchas veces fallan como una escopeta de caña.
-“Perdona, máquina desagradecida. El rentable progreso posmoderno fabrica ordenadores, computadoras, dispositivos que responden a la voz de su amo. Te lo advertí entonces y ya eres un artilugio de muelles, como remos de galeotes en una nave inmóvil ensamblada con baquelita, plástico, hierro… un trasto que al tránsito de tu carro dejaste vagas estelas de renglones torcidos en un espumoso mar de celulosa”-
-“Tú sí que eres un cascajo biológico ensayando historias y poesía. ¡Ah, claro! Te ves masificado en la inteligencia artificial donde se ha evaporado tu añoranza de lo que desde tu juventud todavía sueñas. Yo no soy la protagonista de este cuento. Es la emoción escapada de la cueva de tu bisoñez. La gruta que tapiaste con la mano que nunca me acarició, como tampoco a aquella chica. ¿Recuerdas?”-
-“¿Escarbas en mis neuronas la energía autónoma de tus teclas? Has detonado la guarida de mi memoria con lo que no me atreví a decirle, lo que borraste con talco de tus celos. Pero… si tú no tienes memoria ram, ni rom, ni megas”.
-“¡Magas! Mágica es mi vida mecánica. La que abandonaste en la mina de los años, donde hoy cavas en un filón de aquellas emociones vírgenes que me contagiaste cuando aprendías a mecanografiar. Mírate las yemas. Casi pierdes las huellas dactilares de tanto golpearme y casi por poco despellejas tu identidad para forrar mi cilindro neumático. Lo llamaban carro… el de tu ilusión que te dejaste robar por la primera nómina. El carro que dejaste de engrasar con sensaciones. de tu lozanía, cuando aprendías a vivir a costa de herirme con los filos de mis muelles. Ahora que se te escapa tu Sísifo cansado de escribir arañando sobre tus huesos”.
-“Nuestra generación, rebelde y romántica, con causa por restablecer la paz del mundo advertimos sobre el monstruo que ahora manipula el libre albedrío de la flamante generación límite en las redes de la dependencia al maná de placebo de gigas”-
-“Por eso, con mis viejas teclas sigo marcándote el ritmo en la nueva lucha por rescatar emociones de la raíz genética. Con el compás de este recuerdo resistiremos en solera sentimental, aunque seamos poetas fracasados y mal vistos”-
-“Entonces tu longevidad mecánica se alimenta, picoteando migas de mi memoria. Ya comprendo, vieja máquina de escribir que no sufras complejo de cacharro”.
-“Pregúntale a una de mis semejantes del museo de los mecanismos. Perviven en urnas de siglos. Sus inventores fueron artistas, cuyos fantasmas resucitan en los espectadores, mendigándoles ser comprendidos… como tú y yo…”-
-“Me ayudaste a enderezar mis pasos torcidos por tus rectas primeras líneas. Me marcabas los renglones hasta donde nace el sol. Eran líneas reflejadas en el pésame al cielo por perder el rojo ocaso del horizonte. ¿O eran renglones cuyos espacios eran surcos donde cada letra se trocaba en semilla y naciera una oración?
-“Pero si conseguías un verso lo moldeabas en remo. Si un párrafo, lo ensamblabas como canoa para salvarte del diluvio de pensamientos donde naufragabas. En uno de los vaivenes por un oleaje de sueños te hizo ver que la ficción es tan grande como el universo real”.-
-“Habíamos zozobrado en una borrasca de terribles noticias centrifugadas en el ojo elíptico del huracán. Gracias a un lastimero viento, encallamos entre el ramaje de un ciprés injertado en olivo del que brotó un híbrido de tiernas y rápidas raíces que contorsionaba su clonación en líneas quebradas, invitándonos a bajar a las entrañas donde se maceran las emociones. Te confundió, huiste y dejaste de teclear aquella historia sobre mis costillas porque te dio miedo de pedirle a las raíces del árbol inexplorado, una generosa cosecha de frases inéditas de amor. Las mismas que quise enseñarte antes de averiarme por tu presteza laboral. Pero como era una vieja máquina, yo debía rescatar tus delirios juveniles porque no fuiste capaz de abrir por última vez la tapa de mi mecánica intimidad. Bastaba forzarme un poquito”.
-“Temía romperte como los dispositivos electrónicos, tablets y ordenadores de hoy. Son tan delicados que resultan más baratos tirarlos a la basura y sustituirlos por otro nuevo antes que repararlos. Algo así como las prendas íntimas de papel. Tanta inteligencia artificial que la humana no sabe qué hacer con tanto nano-desecho”.
-“Tú, ni sabías ni creías que mis mecanismos sentían y absorbían tus emociones, sentimientos, pasiones… en mis muelles como espirales genéticas”.
-“Es que siempre me tenías ajustando, tus tuercas lúbricas. Tan provocativas que se declaraban libertinas. Uno de tus tornillos no acertó a arañarme porque lo esquivé de soslayo ¿Pretendías clavar tu insolencia en la inocencia de uno de mis ojos?. Ahora no te aproveches de que ha menguado aquella agilidad para esquivar tus besos de tornillo”
-“Ni yo soporto el miedo de terminar fundida y reciclada en macolla decorativa, o en ferralla para amianto, o lo peor… en metralla”-
-“Por eso mismo necesito evolucionar a la nueva comunicación electrónica. Aunque me cueste olvidar la pasión de teclearte. Confieso que me cuesta asumir la sordidez tecleando gigas. Parecen teselas de queso roído por un ratón de rabo saltarín.
-“¿Qué harás conmigo? Sobrevivo para impedir que te degeneren en simio tecleador trepando por las redes que han bajado del cielo que expulsó a Dios de su dominio”-
-“Me aterra la globalización desnaturalizada en la manipulación emocional de masas predadoras de deseos. O peor, presa idiotizada con placebías subvencionadas para hacerla creer ser libre en un consorcio virtualizado. Por eso me niego a escribir sobre libertades de escaparate. Jamás venderé mi libertad jubilar al imperio mediático”.
-“Soy una vieja máquina de escribir. Para ello me fabricaron y no para otra cosa ¿Tú sabes lo que eres? Si lo descubres, procura pronunciarlo en inglés. Si lo dices en lenguaje emocional de origen te tacharán de cateto”.
-He reforzado mi armadura jubilosa con el poder del respeto a la libertad de las emociones. Soldaré tus decapitados tipos mecanográficos y te manifiestes al mundo del sonido hueco. Escucharan tu alegre ritmo tecleador al son de este cuento emérito”.
-“Pero la tecnología se ríe de mí mecanismo subastado por un anticuario. El nuevo siglo se admira y somete a los dispositivos de ultimísima generación.
-“¡Hagamos juntos la revolución de la memoria. ¡Rescatemos las emociones!”-
-“¡Aunque sus reacciones hayan sido raptadas por la fría soledad del cuarzo móvil!
-A nuestras edades no podemos permitirnos ser cobardes, como quienes solo dan la cara en la presunción del perfil o estado donde esconden la realidad de la que huyen”.
-“Entonces ¿Por qué me escribes con este portátil Tus dedos todavía no se adaptan a la comodidad de los teclados modernos. ¿No será que buscas en mí chatarra el sonido irreversible de tus últimos renglones?”.-
-“Escucha. Si es verdad que te contagié el alma de mi mocedad, aprende a rescatar emociones. Las mismas con que nací; las que nunca dominaré y mucho menos, la tecnología ultramoderna que pretende domarlas a base de feroz consumismo. Tú, mi vieja máquina, sabes escuchar las alas de mi intimidad porque todavía necesito volar sabiendo que, si morir es el final, tampoco es pretexto para dejar de luchar por vivir”.-
-“Si esta historia es ficticia, al escribirla juntos hemos resucitado en otra existencia tangible…O en otra quienes donde quienes crean que el éxtasis de un cuento es la nave lanzada desde la realidad objetiva a la dimensión surrealista”-
-Te enseñé para lo que naciste. Ahora te ayudo en tu propio rescate emocional y defenderte de las manipulaciones acechantes en escondrijos virtualizados”-