Ojos grises


Autor: Lunnaris

Fecha publicación: 15/03/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

Dos hermanas intentan sobrevivir juntas a un nuevo virus que transforma a todo el que es infectado en "zombie", pero es mucho más difícil de lo que parece.

Relato

Vuelvo del instituto escuchando música como todos los días, solo que algo lo diferencia del resto. Nos han obligado a salir dos horas antes, diciendo que era algo de suma importancia y debíamos volver a nuestras casas lo más rápido posible. Ninguna explicación. Pero bueno, no me quejo, siempre está bien perderse clases.
No hay nadie por las calles, ni siquiera pasan coches y mi barrio es uno bastante concurrido. A lo mejor ha pasado algo grave. Camino más rápido hasta que veo un coche a lo lejos a una gran velocidad, me quedo mirando como viene a toda leche, el conductor tiene que estar loco para ir así. Y de repente, frena en seco delante mía y el conductor se asoma por la ventanilla. Es mi hermana.
- ¿Qué haces ahí parada? ¡Sube ya al coche!
Yo me quedo sin reaccionar.
- ¡Que subas ya he dicho!
Subo lentamente al asiento del copiloto y antes de cerrar la puerta siquiera ya está arrancando y empieza a conducir aún más rápido que antes si cabe.
- ¡Sofía! ¿Estás loca o qué te pasa? ¡Cómo papá se entere de que conduces así te mata!
- Sobre eso tengo algo que decirte. Ya no podremos volver con papá y mamá. Están muertos.
- ¿Pero qué dices? Imposible, les he visto esta mañana y - me interrumpe.
- Sí, pero esta mañana es cuando todo empezó. Lucía, Lu, hay una plaga que transforma a la gente. Los transforma en zombies.
- Vale, vale, ya entiendo. Todo esto es una broma para después reírte de mí como siempre haces. No tiene ninguna gracia y no cuela. No soy tonta.
- Joder Lu, no es una broma. Ojalá lo fuera. Enciende la radio.
La miro. Tiene que estar de broma, pero tiene una mirada seria y lágrimas que amenazan con caer. O es muy buena actriz o aquí de verdad pasa algo.
Miro la radio fijamente como si me fuese a dar una respuesta a todas mis preguntas. La enciendo lentamente y lo que escucho me deja sin palabras.
Cambio de antena e igual. Cambio otra vez. Y otra. Y otra.
Todas hablan de lo mismo.
Una enfermedad contagiosa, una plaga, muertos que no mueren, zombies. Están por todas partes, en todo el mundo. América fue la primera en infectarse este martes, después se ha propagado a una gran velocidad. En menos de 6 horas más de 80.000 infectados y eso tan solo en mi ciudad y alrededores.
No puede ser. Esto tiene que ser una cámara oculta.
- Mamá y papá son uno de ellos, ¿verdad? - no veo nada, mis ojos están llenos de lágrimas. Me cuesta respirar- ¿Verdad?- gritó sin poder contenerme.
- Si.
No puedo parar de llorar.
En la radio siguen hablando de la plaga y no lo soporto. Lo apago y me permito sollozar con libertad. ¿Cómo mierdas puede estar pasando esto?
Nos quedamos en silencio un buen rato, cada una sumergida en sus propios pensamientos, pero toda esa falsa tranquilidad se acaba cuando chocamos contra algo o más bien alguien.
Sofía se para en seco.
- Mierda- susurra- ¿Lo he matado?
- Tendremos que salir a verlo. No podemos dejarle ahí tirado.
Intentamos mirar por el retrovisor pero no vemos nada. Abrimos la puerta lentamente y nos bajamos. Es un hombre y está tendido de espaldas en el suelo, no parece que haya sangre, a lo mejor se ha salvado y ha sido un susto. Nos acercamos y Sofía se agacha y le sacude del hombro. Todo pasa demasiado rápido. El hombre se levanta y gruñe, tiene un lado de la cabeza abierto y enseña los dientes llenos de sangre, intenta abalanzarse encima de Sofía pero ella es más rápida y lo esquiva. Intenta levantarse y antes de que lo consiga hemos empezado a correr hasta el coche.
- ¡Arranca, joder, arranca! ¡Rápido!
Pisa el acelerador al máximo y nos perdemos entre las calles.
- ¡Era un puto zombie!
Ella se mantiene callada. Joder, joder, joder. Miro por la ventanilla y no creo lo que veo. Zombies que caminan sin rumbo o siguen el rastro de alguien. Se escuchan gritos.
- Tenemos que ayudarles.
- No. Lucía no estamos para hacernos las heroínas. Vamos a buscar un lugar seguro y escondernos.
- ¿Escondernos? ¿Escondernos hasta quedarnos sin comida ni agua? ¿Escondernos y que nos acaben atrapando? Vamos a morir pase lo que pase.
- Joder Lu, no pensemos ahora en eso, ¿quieres? Sé que la cosa está jodida pero tiene que haber alguna salvación, una cura o algo. En las películas siempre se salvan.
- Esto no es una película.
Ella me ignora.
Seguimos un rato en silencio. Creo que en algunos momentos me he dormido.
- ¡No! No, no, no, no, por favor.
El coche se detiene por completo.
- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué has parado?
- No queda gasolina.
Mentira. Venga ya. No podemos salir ahí y sobrevivir.
- Tenemos que seguir a pie.
Nos miramos. En el fondo sabemos que es la única solución. Respiramos profundamente y esperamos por si escuchamos algún ruido o señal de que se encuentren cerca. Después de esperar varios minutos Sofía sale primero sin hacer ningún ruido y yo la sigo.
Caminamos hacia ningún lugar en concreto. Yo voy por delante de ella. Todo está muy tranquilo, parece que todas las personas han abandonado sus casas y no queda rastro de vida.
Seguimos así hasta que escucho un grito a mi espalda. Es de Sofía.
Está rodeada de zombies. Intenta huir pero cada vez vienen más de las diferentes calles. Me mira con una expresión de absoluto terror.
- ¡Huye! ¡Por lo que más quieras! ¡Corre y no mires atrás!
Intenta pegar a uno de ellos mientras que otro le ataca por la espalda y le muerde el hombro. Veo su expresión de dolor antes de que todos se abalancen sobre ella.
Su aullido antes de morir es lo único que escucho mientras corro.
Corro, corro y corro. Corro hasta que no puedo respirar, hasta que me sangran los pulmones. Necesito descansar. Me apoyo en una pared, cierro los ojos e intento normalizar mi respiración para que no se escuche tanto.
Mi respiración no es la única que se oye.
Abro los ojos.
Unos ojos me miran.
Unos ojos grises sin brillo. Sin vida. Unos ojos que desde pequeña era lo que más envidiaba de ella.
Ella.
Hombro desencajado.
Un corte profundo en la mejilla.
Y su mirada. Llena de un sentimiento más grande que el amor o el miedo, un sentimiento oscuro. Una mirada llena de ganas de matar.
De sangre.
Es irónico que sea mi propia hermana la que me lleve a ese infierno.
Muy irónico.
Así de retorcida es la vida.
Sus ojos es lo último que veo antes de caer en la completa oscuridad.