La cinta


Autor: Ramiro Branco

Fecha publicación: 19/03/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

Una mujer renta una cinta de VHS de contenido enigmático.

Relato

La cinta
Ramiro Branco

El video club estaba cerrado, por lo que no tuvo más opción que buscar una cinta de VHS para rentar en ese viejo local, del otro lado del parque. Sabía que existía, pues alguien se lo había mencionado, pero la verdad es que también había oído que ahí no tenían las películas de mayor interés, por lo que no había sentido gran necesidad de conocerle. Ahora, sin alternativas, debió ir hasta ese desconocido lugar. Su aspecto no era tan rimbombante como el otro local, con sus colores llamativos, gigantografías de algunas películas de niños, o posters de los éxitos de Hollywood. En su lugar, una pintura algo desgastada, y un anuncio simple de letras negras sobre fondo blanco, que simplemente decía “Arriendo de cintas de video”. Al ingresar, vio en el mesón, un viejecito con cara de añoso, que, pese a tener una mirada algo perdida, parecía irradiar una amabilidad de esas de almacén antiguo. Con algo de tímida educación, no lo pensó más, y fue decidida.
-Buen día- dijo la joven.
-Buenas tardes, querrá decir- corrigió amablemente el viejo.
-Claro- señaló ella- Tiene razón. Quisiera rentar una película-
-Para eso estamos- dijo el hombre- Me parece no haberle visto antes ¿Acaso está usted inscrita?-
-Lamentablemente, no- dijo ella- ¿Qué necesito para poder ser parte del registro?-
-No se preocupe- agregó el hombre- Bastará con que me indique su domicilio, y que me exhiba algún documento de identificación, a fin de anotarle-
-¿Así de simple?- dijo ella.
-Solo así- agregó el viejo- Generalmente, hubiera tenido que traerme usted alguna cuenta de servicios que ratificara su dirección, pero usted me ha generado confianzas, por lo que lo haremos más fácil-
-Es usted muy gentil- señaló ella.
Tras la breve presentación, se anotaron sus datos, y todo quedó listo. Solo debió ir a buscar aquello que rentaría. Empezó su recorrido, que en verdad no le dio mucho qué rentar. Tomó un par de las cintas, y notó que jamás antes había oído de sus títulos. Lo desconocido de sus opciones complicó un poco su elección, pero, tras pensarlo un poco, eligió un estuche que se le hizo llamativo. Pudo ver que en un costado del estuche la leyenda decía “Espejo”, con una poco vistosa huincha adhesiva. No tenía imagen de referencia, por lo que, en verdad, lo que le hizo seleccionarla fue el enigma que le produjo. Decidida, fue al mesón, con la película en mano.
-¡Vaya!- dijo el viejo.
-¿Qué ocurre?- interrogó ella.
-Es que no recordaba un título como éste- dijo el hombre.
-Pero, si estaba en ese estante- agregó la mujer, apuntando hacia el mueble del que la había sacado.
-¡Descuide!- dijo el viejo- La memoria de un hombre de mi edad es algo delicada. Le anotaré en el acta de préstamos, y podrá llevársela-
-Muchas gracias- dijo ella.
-Tiene una semana para devolverla- dijo el viejo, al despedirse.
Al llegar a su casa, sola, como siempre, quiso salir lo antes posible de sus dudas. Dispuso el cassette en el reproductor, pero con algo de pesar notó que la cinta estaba en su extremo final, sin haber sido rebobinada. Tras esperar durante largos segundos, pudo por fin distinguir algo así como una imagen. La barra de color de la carta de prueba quizás tardó más de lo normal, y en lugar de aparecer el típico anuncio de una productora cinematográfica, los créditos referidos a la creación de la obra, o el nombre de algún actor, solo notó un fuerte destello, que casi le encegueció. Después del brillo, por fin lo que aguardaba tanto: una nueva película que mirar.
Permaneció inamoviblemente sentada durante las dos horas y treinta y siete minutos que duró la emisión. En un principio, solo vio el devenir de una pequeña niña, que parecía enfrentarse al mundo como toda criatura que vive sus primeros años. Sin aparecer ninguna clase de referencia nominal, reconoció en la trama de la película algo que jamás había visto antes. Poco a poco, empezó a notar que toda la producción estaba centrada en lo que ella pudo reconocer con cierta mezcla entre curiosidad y espanto. No le cupo ni la más mínima duda: la película trataba sobre su propia vida. Cada detalle, cada lugar y cada personaje se refería única y exclusivamente a lo que era lo que ella había experimentado en algún momento previo. Pudo reconocer la casa de sus padres, con las particularidades de siempre que le enternecían. Logró verse a sí misma en los primeros años de escuela primaria, revelando incluso aquellos temores que ni ella misma había logrado identificar. Cuando llegó a la etapa de la pubertad pudo notar que las coincidencias no solo eran elementos que podía reconocer, sino que entendió que todo lo anterior se había perdido en su memoria, producto del inevitable olvido que acontece en la juventud temprana. Sus escenas más íntimas, esas que llevaba a efecto en absoluta soledad, quedaron retratadas con tal perfección que hasta sintió algo de vergüenza. Pudo llegar a sentir alegría al ver sus primeros años en la universidad, y experimentó otra vez los dolorosos momentos que le habían marcado para siempre, como el fallecimiento de sus padres y hermanos, en ese fatídico accidente aéreo, y el tortuoso divorcio, en el que al menos no dejó hijos que entristecer. Siendo cierto que la maravilla de verse en una cinta con un realismo que parecía sacado de una novela autobiográfica que jamás había escrito, la verdad es que encontró un tinte intrigante en lo que había recién visto. Curiosamente, lo último que pudo ver en la cinta, fue cuando hacía ingreso al hasta entonces desconocido local de arriendo de cintas de VHS.
Lo que más inundó su cabeza fueron preguntas. No sabía bien si sentía más curiosidad por saber quién era el artífice de semejante creación, o interrogarse más bien al pensar en la razón por la cual alguien se dedicaría a ello. Quiso encontrar la respuesta a todas las interrogantes que tenía, aunque éstas aumentaban a cada minuto que pasaba. Miró el reloj, y supo que ya no era hora de atención de público en ninguno de los recintos de la ciudad. Aun así, llegó hasta las cercanías del parque, donde efectivamente se cercioró de que el local de arriendo de cintas de video estaba cerrado. Volvió a su casa, en donde no pudo evitar retroceder la película, para verla nuevamente. Apretó el botón de reproducción, y llegó incluso a encontrar detalles que no había visto en su primera emisión. La emoción de revivir aquellos detalles de su vida fue tan fuerte, que no solo le vio una segunda vez, sino que una tercera, e incluso una cuarta y quinta.
El amanecer le sorprendió sin haber dormido ni siquiera algunos minutos. Pese a la falta de sueño, lo primero que hizo fue buscar explicación al raro fenómeno de la película. Tomó la cinta, y se dirigió rápidamente hasta el local. Con paso veloz, llegó hasta ahí e ingresó. Adentro, se encontró con el mismo rostro afable que le atendiera el día anterior. No supo muy bien cómo manifestarle aquello que le aquejaba. Sintió un poco de vergüenza al comprender que su discurso podía asemejarse al de una persona demente. Pese a ello, sabía que era ese el único lugar en el que podría salir de la duda, por lo que tras tardar un poco, y luego de obtener algo de valentía, definitivamente empezó su interrogatorio.
-Buenas tardes- saludó.
-Buenos días, querrá decir- respondió el dependiente.
-Es verdad- se corrigió ella.
Un breve espacio de silencio reafirmó sus inseguridades con respecto a lo que quería decir, por lo que el hombre casi sintió la necesidad de volver a establecer contacto.
-¿En qué puedo ayudarle?- preguntó el viejo.
-Es que...- titubeó ella.
En su trepidar, solo atinó a meter la mano en su bolso, rastrear en su interior, y por fin sacar el empaque en que venía la película. Reconociendo el estuche que anteriormente le rentara, el dependiente creyó saber el motivo de su visita.
-¡Ya veo!- dijo el hombre- Pero, según recuerdo, aún le queda casi una semana para devolverla-
-Sí- dijo ella- Lo sé-
-Entonces, si no viene a regresarla - dijo el viejo- ¿Qué es lo que necesita?-
-Quisiera saber algo- preguntó ella.
-Pues, dígame- respondió el dependiente-
-Es con respecto a la película- señaló la joven.
-Pues, la verdad es que me encantaría poder ayudarle- señaló el hombre- Sin embargo, lamentablemente no la he visto. Cómo le dije ayer, ni siquiera recordaba que estaba entre nuestras existencias-
Algo turbada por la imposibilidad de recabar más información, el semblante de la mujer denotó su estado de pesadumbre. Ante ello, el viejo quiso agotar sus esfuerzos.
-Si me permite usted un momento, podría revisar lo que puedo hallar de esa cinta – agregó el hombre.
-¡Desde luego!- asintió ella.
El viejo sacó de un cajón en el extremo del mueble de recepción la carpeta de registros. Tras ojear en ella unas cuantas páginas, volvió hasta donde estaba esperándole la mujer.
-¡Tal como lo pensé!- dijo el dependiente- ¡A veces la edad a uno le traiciona, pero hay cosas en las que definitivamente jamás me equivoco!-
-¿A qué se refiere?- interrogó ella.
-¡A que no tengo anotado por ninguna parte el nombre de esa película!- afirmó el hombre- ¡Es muy extraño! ¡Tendré que hacer el inventario nuevamente!-
-Ya veo- dijo algo decepcionada la mujer- No podrá ayudarme mucho, entonces-
-Creo que está usted en lo cierto- agregó el dependiente-
-Está bien- agregó la joven- Le agradezco de todas maneras su buena disposición y voluntad para ayudarme-
-Siento no poder haber sido de mayor utilidad, pero, de todos modos… ¿Qué es lo que pasa con esa película?- insistió el viejo- ¿Está en malas condiciones? ¿Acaso le resultó inadecuada?-
-¡No!- dijo ella- ¡Para nada! Solo es que su contenido me pareció algo misterioso-
-¿Misterioso?- interrogó el viejo- ¿Qué clase de misterio?-
La mujer sintió algo de vergüenza el entender que revelarle que el contenido de la cinta trataba por completo de su vida podía sonar poco creíble. Para evitar que le trataran prácticamente de loca, desistió en su afán de describir su problema. No obstante, prefirió buscar otra manera para encontrar lo que necesitaba.
-No, no es muy importante- dijo la joven- -Sin embargo, quisiera que me dijera de dónde la sacó, o quién se la proveyó. Me resulta en particular extraño que no tuviera en su empaque alguna referencia a una productora, o una empresa de distribución, o algo por el estilo-
La cara del hombre siguió en ese gesto de imposibilidad que no hizo más que acrecentar cierta desesperanza en la mujer.
-¡La verdad, es que, nuevamente, lamento no poder ayudarle!- dijo el viejo- ¡Lo cierto es que no tengo ni la más mínima idea de cómo fue que llegó hasta ese estante!-
La decepción no pudo ser disimulada por la joven. Al ver su expresión, más que sentir lástima por ello, el hombre manifestó curiosidad.
-¡Creo que lo primero que haré después de que se vaya del local y me la haya regresado será verla!- dijo el dependiente- ¡Debo reconocer que me muero de ganas de poder entender qué es lo que le resulta a usted tan particular en ella!-
-¡No!- agregó la mujer- ¡No deseo entregarla todavía! ¡Creo que volveré a verle otra vez! ¿Me queda aún algo de tiempo, no? –
-¡Desde luego!- dijo el hombre- ¡Descuide! ¡Solo es que como ya estaba acá usted con la cinta, y siendo que ya la había visto, pensé que tenía intenciones de regresarla!-
-Perdone por el mal entendido- añadió ella.
- No se preocupe usted- agregó el viejo.
Tras abandonar el local, supo que en verdad estaba ante algo sumamente extraño. Una leve sonrisa del viejo a través del cristal le hizo las veces de despedida. Después de que la mujer le correspondiera a tal saludo, y girara su cabeza al frente, la cara del viejo cambió levemente a una mueca siniestra.