CON CUERPO Y ALMA


Autor: ANIL

Fecha publicación: 19/03/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

Tres posibles derroteros en la vida de una niña, que siente que su cuerpo le habla y los adultos no la entienden.

Relato

CON CUERPO Y ALMA

Mamá, el cuerpo me habla. Papá el cuerpo me dice cosas. Abuela, sabes? el cuerpo me baila. Tío, mirá, el cuerpo me contó un secreto. Así la niña le decía a la madre, al padre, a la abuela, a su tío y a muchos más. Así les compartía algo que, además de ser muy importante, era muy lindo. Era su sentir en el mundo, eran sus vivencias.
¿Y las respuestas?: No le hagas mucho caso…Mira vos… Guárdatelo como un secreto…Eso son tonterías…Ya se te va a pasar…Ya se te va a pasar…Ya se te va a pasar…Vas a ver cuando crezcas…
Pero a la niña no se le pasó. Al contrario, cada vez eran más claros los decires del cuerpo. Ella escuchaba atentamente. Compañero inseparable, mientras los adultos siguieron dando esas inadecuadas respuestas. Pero la niña debía tomar un camino. ¿Cuál sería?

CAMINO UNO:
La niña se hizo muy amiga de ese montoncito de carne que la llevaba a todas partes, que la hacía jugar, correr, cantar, y tantas otras cosas. Pero la alegría, el placer, transformaba a ese montoncito en algo mucho más grande: el cuerpito
La niña creció, y se cuidó muy bien de no decirles a su madre, a su padre, a su abuela, a su tío y a todos los demás, que su cuerpo le hablaba y ella lo escuchaba. Solo con algunos amigos, con los cuales se entendía muy bien. Como que hablaban el mismo idioma. Y empezó a entender que los adultos quizá hablaran un idioma diferente, donde el cuerpo quedaba afuera. Por eso seguramente no se entendían…
La niña ya mujer, sigue escuchando a su cuerpo, lo escucha con mucha atención. Sabe de lo que habla. Es una conversación interna que se hace exterior con el otro, con los otros. Que tarde o temprano se vuelve acción. Que detrás de todo esto está su salud. O quizá, o más precisamente, adelante

CAMINO DOS:
La niña ya no sabía a quién escuchar, si a ella o a los demás. Porque los demás insistían en que ella lo ignorara. ¡Eran tantos los demás! Empezó a dudar de lo que le hablaba su cuerpo...
La niña creció, y empezó a olvidar lo que ese montoncito de carne ahora inútil, le decía …
Esa voz era cada vez más débil. Hasta que un día fue imperceptible. Y fue tan lento el pasaje, que ella no lo advirtió. Por eso quizá no la extrañó. Como si su cuerpo se hubiera diluido en eso que llamamos la realidad. O si se hubiera empequeñecido a tal punto que ya ni lo veía, ni lo sentía.
La niña creció y ya adulta solo su mente-cabeza le ordena. Su cuerpo dormirá en las profundidades de su inconsciente. El cuerpo tendrá sus razones, a ella no le llegan. Su mente-cabeza no puede conversar con el cuerpo, no se encuentran, ella no los vincula. Caminan por caminos separados. Y su salud depende de eso, pero ella no lo sabe…

CAMINO TRES:
La niña vio en lo alto un globo rojo, que aun atado, bailaba. Bajó la mirada por ese hilo, y encontró al ramillete. Un poco más abajo una mano extendida sosteniendo los globos. Y ahí muy cerquita encontró una mirada y una gran sonrisa. El Señor Globero, como lo llamaban los chicos del barrio. Ese encuentro de miradas, de cuerpos, fue el principio de todo. Él con ella, tenía una peculiaridad, encontraba siempre el globo justo e indicado para cada cosa que el cuerpo le decía
Globo rojo cuando su cuerpo le decía que estaba contento, pero un rojo más fuerte cuando estaba muy enojado. Globo verde cuando él tenía ganas de recibir un regalo. Globo azul cuando le avisaba que estaba adormilado. Globo gris cuando le hablaba de su tristeza. Esto era literalmente genial para la niña, que siempre llegaba a su casa con un globo de color.
Para sorpresa de la madre, que en general usaba la respuesta “ya se te va a pasar…” como si fuera una molestia o un dolor. La niña venía tan alborotada y contenta con su globo de color, plena, de esos encuentros con el globero, que la madre dejó de darle esas respuestas estériles, y comenzó a escucharla, permitiendo que ese cuerpito maravilloso entrara en su corazón. Como por arte de magia los demás se contagiaron. El cuerpo de la niña-joven entró en la familia.
La niña creció y ya adulta, sigue escuchando a su cuerpo. Pero lo más maravilloso es que en esa familia los cuerpos se hablan unos a otros, se dicen cómo están y qué les pasa, o qué necesitan… qué los pone nerviosos, qué los asusta, qué los pone triste, qué los pone felices…

Encontrar al presente en el “entre”. Solo ahí habita.
En ese fluir del pasado al futuro.
“Entre” el pasado y el futuro.
Ese efímero e indescifrable presente.
ANIL (seudónimo)