14 de febrero


Autor: Chicho Antolini

Fecha publicación: 31/01/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

El 14 de febrero, él vuelve a encontrar a su amada en el metro de la Ciudad de México. Lleva semanas sin verla, y ha decidido que hoy será el día en que se presente ante ella y le declare su amor. Pero instantes antes de aventurarse, entra en escena el novio de ella, a quien Él llama "la niña de sus ojos".

Relato

14 DE FEBRERO

Estaba más bella que nunca, y eso es decir poco, por que ella era hermosa como una diosa. Sus ojos claros se posaban entre el cabello rizado que caía sobre los costados de su cabecita perfecta, pero lo que más me impresionaba era su sonrisa, que me engatusaba. -A lo mejor es el momento de acercarme a ella, pensé. La volvía a ver, después de varias semanas en las que a diario me subía al mismo vagón en el que solía encontrarla. ¡Y precisamente la volvía a ver en un 14 de febrero! Era una señal. -Pero hubiera traído una flores para regalarle, no me puedo presentar así nada más. Decidí que cuando se bajara del tren la seguiría, esperando hallar algún puesto de flores para entonces sí, presentarme con ella. Por fin, el momento había llegado.

Se bajó del vagón junto con su amiga, yo creo que era una compañera de la secundaria porque traían el mismo uniforme. Yo las seguí por la estación, tratando de no acercarme mucho para no echar a perder la sorpresa. Quién sabe qué platicarían pero seguro era algo chistoso por que iban soltando carcajadas. La veía sonreir y me parecía que el angelical gesto se le desvanecía en cámara lenta, era una imagen que me erizaba los pelos del brazo. No me di cuenta en qué momento transbordamos a otra línea, pero entonces su amiga se despidió y se fue en dirección contraria. Esperamos el tren juntos en el andén, yo mantenía mi distancia disimulando la emoción que tenía, ¡por fin me presentaría con ella!

-Llevo varios meses siguiéndote, me llamo Diego y me gustas mucho. Segúramente me respondería con su sonrisa hipnotizante, luego platicaríamos largo rato en el andén, la llevaría al bosque de Chapultepec y terminaríamos besándonos como todos esos chicos que se besan en los parques. Un tren arribó, salvo ella y yo, todos los pasajeros abordaron. -¡Me está esperando a mí!, pensé, ya muy excitado y lleno de adrenalina. -¡Cómo no encontré las flores! Carajo. Quería darle unas flores en nuestro primer encuentro, no podía llegar con las manos vacías. Por suerte, un rato antes, al entrar a la estación había comprador un pizarroncito mágico en los que escribes con plumas sin tinta; lo vendía un ambulante en uno de los pasillos. No eran unas flores, pero por lo menos no me iba a presentar con las manos vacías.

La miré otra vez, estaba seguro de que me esperaba a mi, de milagro no me explotó el corazón. Ya no había pretexto, ahora sí me iba a presentar con ella. Iba a emprender camino cuando sin avisar, apareció un muchacho y la abrazó por detrás, ella se giró, se le colgó del cuello y se besaron apasionadamente. Sentí una punzada en la panza que después se convirtió en sensación de vacío, como si me hubieran disparado y un agujero gigantesco haya quedado instalado a la altura de mi estómago. Tardé unos segundos en recuperarme pero cuando tuve un poco de fuerza, continué avanzando. Estaba decidido, tenía que presentarme y decirle que llevaba muchos meses viéndola en el mismo andén, que con el pasar del tiempo me enamoré de ella y que sabía que éramos el uno para el otro. Tenía que hacerle ver que yo era mejor que ese con el que se besaba.

Caminé. Me coloqué frente a ella, sonreí y le dije: -Hola, me llamo Diego y me gustas mucho. Sabía que se sorprendería, pero no esperaba esa reacción, me miró sin responderme y no sonrió al escuchar mi nombre. Yo no podía dejar de verla directo a sus ojos hipnóticos. -Llevo varios meses siguiéndote y quiero invitarte al bosque. La sorpresa en su rostro se fue desvaneciendo, lentamente sus ojos comenzaron a humedecerse, y yo pensé que estaba emocionada.

Yo seguía atolondrado; más de lo habitual; con su belleza, nunca la había visto de tan cerca. ¡Qué momento! Le ofrecí el juguete. -Toma, te compré este pequeño regalo, quería comprarte unas flores pero no encontré, y no quería llegar con las manos vacías a nuestro primer encuentro. Entonces vi en su cara la expression del miedo. -¿Qué tienes? ¿Por qué pones esa cara? ¿No te gustó tu regalo? No entendía por qué tardaba tanto en regalarme su hermosa sonrisa.

El chico con el que se besaba, que supongo era su novio, reaccionó y se puso en el medio de los dos. -Señor, por favor déjela en paz. Yo ni caso le hice al mocoso, e insistí con ella. -Ándale, vámonos, te invito a Chapultepec, compramos un helado y luego nos tiramos en el pasto. Ella siguió sin responderme. -Señor, por favor váyase, me volvió a decir el chamaquito. Mi niña hermosa no decía nada, tanto tiempo había esperado el día en que por fin nos conoceríamos y ella no fue capaz de decir nada. Entonces las mariposas que tenía en la panza se incendiaron con un fuego rabioso que recorrió veloz todas mis entrañas.

Aventé al niño a las vías justo cuando el metro iba llegando, lo hizo mierda. Ya sin el estorbo ese, volví a verla. Su bello rostro y sus ojos claros calmaron mi ira, le sonreí, esperando lo mismo de su parte. Ella empezó a temblar y luego se soltó a llorar. Le ofrecí de nuevo el regalo. -No llores preciosa. El día de hoy es especial, por fin nos conocimos. Vamos a Chapultepec a tirarnos en el pasto.
En ese momento llegaron unos policías, me tiraron al suelo y me esposaron.