Un martes normal


Autor: Fany Bega

Fecha publicación: 23/02/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

Una joven va a darle una clase de inglés a una niña de ocho años, como cada martes, pero ese martes será diferente para ella.

Relato

Un martes normal

Lola, una joven de veinte años, se dirige con su coche a casa de Nadia, una niña de ocho años, para darle su clase semanal de inglés.
Al girar la esquina de la calle, Lola esperaba encontrarse con el coche del padre de Nadia. Pero no estaba. A lo mejor estaba dentro de casa. Lola no le dio importancia, mejor para ella para poder aparcar en la calle sin problemas.
Aparcó el coche en la puerta de la casa de Nadia. Apagó el aire acondicionado, bajó el volumen de la radio y apagó la radio. Detuvo el coche y se guardó el móvil en el bolsillo derecho de la chaqueta. Bajó del coche y lo cerró con llave. Se arregló el cuello de la camisa, se retiró el pelo hacia atrás, se bajó el largo de los pantalones y se ató los cordones de la bamba izquierda. Se paró enfrente de la puerta de la casa de Nadia y picó al timbre. Esperó durante unos segundo y la puerta se abrió. Detrás de la puerta estaba la madre de Nadia, diciéndole las buenas tardes y con una sonrisa de oreja a oreja. Lola entró dentro de la casa. Echó un vistazo rápido al jardín por si estaba el coche del padre de Nadia. No estaba. Lola se metió las dos manos en los bolsillos de la chaqueta y se dirigió a entrar dentro de la casa.
Dentro de la casa estaba el perro de Nadia esperándole como cada martes por la tarde. Movía la cola en señal de alegría. Lola lo acarició y se fue hacia el comedor. Allí estaba Nadia, comiéndose el bocadillo de la merienda sentada en el sofá. Las dos se saludaron como cada martes por la tarde y Lola se acomodó para darle la clase de inglés.
-Bueno chicas- dijo la madre de Nadia- os dejo aquí, yo me voy a arriba a limpiar. Os dejo la puerta abierta que hoy no está David en casa y así no os molesta- se fue.
David era el hermano mayor de Nadia. No estaba ni su hermano ni su padre. Solo ella y su madre.
-¿Qué tal? ¿Has hecho los deberes?- preguntó Lola a Nadia.
-Em... No- contestó Nadia nerviosa- Se me han olvidado.
-No pasa nada, te pondré ejercicios pero los harás sola.
Nadia aceptó con la cabeza y en silencio.
Después de media hora pasada, Nadia hacía los ejercicios de inglés que Lola le había puesto. Lola miraba por la ventana observando el enorme jardín de la casa. Le daba asco el simple hecho de que ellos tuvieran varios lujos, mientras que ella vivía en casa de sus padres, trabajando ocho horas diarias y aún así ella tenía que dar clases de repaso para poder llegar a fin de mes. A Lola le comenzó a dar un tic nervioso en el ojo. Le empezaron a sudar las manos, a tener la boca seca, a picarle todo el cuerpo... Lola estaba al borde de otro brote psicótico. No se lo había contado a nadie, pero sabía controlarse.
-Voy un momento al lavabo- dijo Lola mientras se levantaba rápidamente de la silla.
Entró en el lavabo y se encerró con el pestillo. Se miró al espejo y vio que tenía las pupilas dilatas, las fosas nasales abiertas y la mandíbula moviéndose de lado a lado incontrolablemente. Se mojó la cara para tranquilizarse, pero era imposible. Se sentó en la taza del váter mientras intentaba relajarse crujiéndose los dedos de las manos. Alguien picó a la puerta del baño. Lola dio un salto asustada. Abrió la puerta muy nerviosa.
-¿Estás bien?- preguntó Nadia.
Lola, al ver a Nadia, se le cambió la cara. Se puso seria y dejó de temblar.
-Ahora salgo- dijo Lola mientras cerraba la puerta del baño poco a poco.
Lola fue hacia la bañera y vio una cuchilla. La cogió y separó la afilada cuchilla del mango de plástico.
Salió del baño y fue directa, sin pensar, hacia Nadia. Cogió bien fuerte la cuchilla sin cortarse, se acercó al cuello de Nadia, rajándole la yugular. Comenzó a salir sangre a borbotones. Nadia se iba muriendo poco a poco, mientras daba golpes en la mesa.
-¿Qué pasa?- gritó la madre de Nadia desde el piso de arriba.
Lola se escondió detrás de la puerta del comedor. El perro de Nadia se acercó a ella, manchándose de sangre las patas blancas. Lola seguía seria y segura de lo que estaba haciendo. La madre de Nadia bajó al comedor y al ver el escenario, comenzó a llorar y a gritar.
-¡No, no, no! Mi niña...
Ese fue el momento justo en el que Lola se acercó a ella y le clavó la cuchilla en el cuello, muy profundamente. La madre de Nadia se levantó e intentó ahorcar a Lola, pero no era posible, estaba débil y cada vez salía más sangre por su cuello.
¡RIIIIING!- se escuchó en toda la casa. El timbre.
Lola fue hacia el portero automático y vio al padre de Nadia en la puerta. Intentó calmarse, pero no era posible. Miró el escenario que había hecho en el comedor. Se fue directamente al baño y se encerró. Se escuchaban golpes en la puerta del lavabo. El timbre sonaba cada vez más y más repetidamente. Lola se sentó en el váter, se tapó los oídos con las manos, comenzó a llorar y a negar.
-No, no, no. ¿Qué has hecho? ¡Estás loca!- se decía Lola a sí misma.
Alguien picó a la puerta. No era capaz de abrir la puerta.
-¿Lola?- era Nadia.
Las voces de su cabeza se callaron. Lola se levantó poco a poco, se secó las lágrimas y abrió la puerta. Nadia estaba en la puerta.
-¿Estás bien?- preguntó Nadia muy preocupada.
-Sí... Sí, sí- respondió Lola sonriendo.
Lola fue hacia el comedor y vio que todo estaba normal. Todo era normal. Lola se sentó al lado de Nadia para continuar con la clase de inglés.
-She is playing with her brother- leía Nadia.
Lola suspiró y se calmó. Todo estaba en su mente. Algo comenzó a tocarle la pierna. Miró hacia abajo y era el perro de Nadia. Le acarició la cabeza, pero al fijarse bien vio que tenía las patas manchadas de sangre. Lola se puso seria. ¿Todo estaba en su mente o había sido real?