ODISEO


Autor: BARLOVENTO

Fecha publicación: 03/02/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

El despertar a la vida en un lugar poco apropiado y sus consecuencias.

Relato

ODISEO.
A falta de media hora para las dos, allí estaba desvelado; fueron muchas noches de soledad a pesar de estar acompañado en un dormitorio comunitario, de esa soledad que te cala hasta los huesos por saber que cuando más falta te hacen los pilares de un padre y una madre, no los tienes y en lo más hondo de tu infantil corazón, solo recuerdas fugazmente unos rostros de los que te alejaron, no comprendes, no puedes comprender a pesar de las muchas explicaciones y del cariño que sabes que es fingido en las palabras de tus cuidadores, quizás hartos de ver cientos de casos como el tuyo.
Te cuesta hacerte un hueco, te sientes como Don Quijote en su inútil lucha contra los molinos de viento, pero tienes que apretar los dientes y conseguirlo, pues lo contrario es quedarte arrinconado en un escondrijo o aguantar los coscorrones y patadas de tus compañeros más “gallitos”.
Pero un día a mis doce años después de aguantar varias patadas de Pedro, me levante como un resorte y haciendo uso de una rabia ya mucho tiempo contenida, lo derribe y lo sujete con tal fuerza que los compañeros no pudieron quitármelo, solo cuando llegaron los cuidadores lo solté, mire a los demás con los dientes apretados, aquello dio pie a que estuviese varios meses castigado, pero no me importaba, era otra persona.
A partir de entonces los mayores comenzaron a llamarme Ulises, deje de ser Jacinto para convertirme en otro.
Un día en clase de historia pregunte a Juanjo el profesor, que quien fue Ulises, el por toda respuesta me indico con la mano que esperara, cuando la clase termino, me acompaño a la biblioteca y me entrego dos Libros, La Ilíada y la Odisea.
En las tediosas tardes de patio cuando no estaba jugando al futbol o inventando alguna trastada con los más rebeldes de los que ahora era yo el jefe, me colocaba bajo un frondoso árbol y poco a poco fui devorando aquellos dos libros que se convirtieron en el destino de todos mis sueños.
Me imaginaba a mí mismo como aquel héroe griego al que hablaban los Dioses tan de cerca y en mi mente imaginaba aventuras y amores, aderezados con mil batallas donde el triunfo se mezclaba con el fracaso a veces propiciado por la voluntad caprichosa de unos Dioses que me parecían a mi demasiado humanos. A cada uno de mis profesores les bautizaba con los nombres de aquellos señores del Olimpo, a las monjas con más mala leche con los de las arpías y brujas de las fantasías de Omero.
Mis ardores de héroe guerrero, las volcaba en mi querida María hija de la lavandera, no tarde en conquistarla con mis mejores artes y el fondo de la sala almacén donde nadie miraba, fue nuestro paraíso hasta que Anselmo el conserje nos descubrió. Nunca más volvió con su madre que desde entonces me odio con toda su alma. El tiempo ha pasado deprisa y el sermón del director me dice a mis casi dieciocho años, que seré lanzado sin piedad al mar embravecido y lleno de peligros de fuera de estos muros, que de una forma u otra me han protegido. No sé qué hombres u Dioses reinaran fuera, será mi Odisea, me cubriré con la capa de mi valor y lo afrontare apretando fuerte el mástil de la embarcación que me llevara por mil mares tenebrosos.
Barlovento.