Resumen
Describe el encuentro amoroso, en una relación sexual, de una pareja en sus comienzos, que va mucho mas allá de lo físico.
Relato
ENCUENTRO Ya pasaron por la expectativa de los primeros encuentros, los nervios de la primera vez. Todo es descubrir, tratar de desentrañar el misterio que, para vos, cada mujer encierra, y ella es única. Estás reconociendo lo mucho que te gusta. Te encanta. Su cuerpo armonioso, sus formas tan femeninas, su piel color bronce, su voz un poco ronca en la intimidad. Ahora están nuevamente desnudos, frente a frente, ávidos los dos. Con tu mano acariciás el costado de su cara y llegás hasta la nuca y la atraés un poco y se besan. Se recorren con los labios uno a otro. Luego de un instante, mordisqueás con cuidado el labio inferior de su boca carnosa y explorás apenas con la lengua y ella responde y entra en tu boca, y te excita. Querés disfrutar cada momento, así que no te dejás llevar por el impulso y seguís recorriendo despacio, y ella te sigue el ritmo, en perfecta sintonía. Ahora bajás por el largo cuello. La besás abriendo y cerrando los labios sobre su piel, ella tuerce un poco la cabeza para dejarte hacer, incitándote a que sigas. La posición que adopta su cuello, su mano con delicados y finos dedos apartando ese pelo sedoso con diferentes tonos castaños, y sus ojos cerrados, te sorprenden en su seductora femineidad. Bajás hasta su pecho, redondo, turgente, erguido. Mientras tanto acariciás la fina cintura que marca sus caderas, y recorrés un seno con tu boca, y mordisqueas el pezón, apenas con los dientes, apretando con los labios. Ella toma tu nuca con las manos y te acaricia y sentís que se abre cada vez más. Deslizás tu mano tocando su vientre plano, firme y llegas a los labios de la vagina. Acariciás la parte de arriba con mucha suavidad. Se besan en la boca, ahora los labios presionan un poco, tu lengua y la suya entran y exploran, y se buscan, se alternan. Tus dedos llegan un poco más adentro sin dejar de acariciar, con una leve presión hacia arriba, y palpás su humedad. Gime, y sentís como se abre y sabés que está preparada. Baja su mano y encuentra tu pene y lo recorre y baja un poco más, acariciando con los dedos, y la suavidad de su piel y de su tacto te deleita. Se recuesta con la espalda erguida sobre unos almohadones apoyados en el respaldo de la cama. Con tu mano tomás tu miembro y con la punta acariciás donde antes estuvieron tus dedos, con el mismo movimiento. Ella se estremece, jugás un poco, y entonces entrás, muy despacio, apenas te movés. Sus bocas se encuentran y se besan lentamente, prolongando el tiempo. Te apartás para mirar sus ojos, mientras te movés entrando y saliendo, entrando y saliendo, para llegar un poco más adentro cada vez. Y mirás la boca abierta en un gesto de placer, sentís como se excita y vas descifrando donde siente más. Toda tu sensibilidad y concentración está en darle placer, y cuanto más goza ella, más te excitás vos. Al rato quiere cambiar, y te hace recostar y se monta arrodillada con sus piernas a los costados de tus caderas, encima tuyo con la espalda erguida, y apenas coloca con su mano tu pene dentro de ella comienza a moverse con un ritmo suave, llegando de a poco más a fondo, y sube, y baja. Vos la mirás, mirás su cuerpo armonioso, sus pechos desafiantes, su cara encantadora, y disfrutás. Casi no podés moverte, a lo sumo levantarte un poco para llegar más profundo y aflojar después. Más tarde, sentís que se está acercando al punto de terminar, sabés que en esa posición te va a costar llegar y querés irte con ella, así que la tomás de la cintura y la das vuelta, acostándola de espalda y quedando vos arriba. Te movés muy adentro, retrocediendo un poco para retomar luego la suave presión. Sentís que tiene pequeños espasmos, como si te apretara con su vagina y sabes que está a punto de terminar. La besás en la boca y ella te responde con pasión. Hace unos minutos que estás listo, pero te contenés, aprendiste como hacerlo, así que esperás y en el momento que las contracciones de su pelvis te indican que está llegando a su orgasmo te soltás, y los dos explotan a la vez, en un doble y prolongado gemido. En ese momento de éxtasis sentís que se abre una puerta, que algo muy de adentro tuyo se desborda y se expande dentro de ella. Ella, que te recibe, y te contiene, y te aloja, y te anida. Y es como abrazar su alma. Estás recostado sobre los almohadones, ella se acurruca entre tu hombro y tu cuello. Mientras acariciás su pelo, alcanzás ese estadío donde estás despierto, pero tus pensamientos pueden divagar hacia lugares imposibles, como si fueran sueños. Con los ojos cerrados la música que suena en la radio llena tu mente y escuchás cada nota y distinguís cada instrumento. Sentís que no existe el pasado, que no importa el futuro. Pensás que de alguna forma los cuerpos nos limitan, nos encierran y nos condenan a la soledad. Que hoy se rompieron esos límites, y que solo pasa cuando la magia se produce, que pudo pasar con ella, solo con ella. Y te das cuenta que, por fin, ya no estás solo, que ninguno de los dos está solo.
SEUDONIMO: BONO