Resumen
Una hipotética historia, del origen y pasado del pueblo de Espot.
Relato
EL VÍNCULO
NURIA
¡Y sus ojos se abrieron! Aquellos ojos de color turquesa, sobre los que incidían los primeros rayos solares del alba, dilataban sus pupilas. Se desperezaba mientras se puso rápidamente sus atuendos con intención de salir de la humilde cabaña de techos de pizarra negra. Quería visitar un nuevo acontecimiento en el pueblo, la nueva construcción de un puente. Hacía frío, pero los nervios y las ganas le podían. Núria se encontraba caminando aceleradamente, entre las calles empedradas de Solau, hacia la nueva obra, situada al norte de su pueblo, Espot. Aquel día, la nieve dibujaba un cuadro fantástico, decorando así los alrededores.
A su llegada, un grupo de trabajadores se empleaban a fondo en la nueva construcción de un puente que ofrecerá el paso a los viandantes del pueblo en ambos sentidos, de Solau a l’Obago. La distancia parece ser de unos 18 metros y unos 5 metros de amplitud, con arco de medio punto y un solo ojo por el que transcurre el río Escrita. Varios lugareños se encuentran a ambos lados, observando impacientes, el fin e inauguración del mismo.
JORDI
Jordi, un niño aldeano que vive al otro lado del río Escrita, más concretamente en la zona de l’Obago, situado más al sur de Espot, corre hacia el norte ansioso, pues llega tarde.
— ¡Rápido, rápido! —se decía así mismo jadeando, pero sin poder contener las palabras de la excitación que sentía por dentro.
Mientras tanto, al otro lado de la calle, le observaba con gran interés, frunciendo el ceño pero con cierta ternura en su vetusta mirada, una anciana vestida completamente de negro y sentada sobre un gélido banco de piedra. Seguramente guardaba luto o simplemente la miseria le obligaba a ello, en aquellos tiempos. A sus pies, guardaba custodia un joven pastor de los Pirineos, con mirada ávida, propia de un cachorro de poco tiempo de vida. De pronto, aquel niño desapareció disipándose ante sus ojos, sin tiempo suficiente para cotillear un poco más del porqué de aquella prisa.
Había pasado unos cuantos minutos, cuando llegó a su destino.
—Hola Jordi, pensábamos que no venías —un grupo de chicos del pueblo le daban la bienvenida, mientras jugaban a lanzar piedras al río, ante la atenta mirada de una niña que se encontraba justo al otro lado del mismo. Aquella niña se llamaba Nuria y les miraba con gran interés.
Entre aquellos chicos y Nuria, había un mundo. Parecía como si les separase el infinito, como si se encontrasen en universos paralelos. Aun así, algo le decía que aquella sensación, pronto, desaparecería por siempre jamás.
Aquella mañana, gran cantidad de personas se habían agolpado alrededor del puente, Se hallaban esperando, autoridades y habitantes del pueblo en torno al mismo. Era el día señalado para la inauguración y había una gran expectación. Finalmente, llegó el momento y las autoridades leyeron un gran discurso dando paso a la inauguración. La gente comenzó a transitar a lomos del puente, entre sensaciones extrañas y alegres al mismo tiempo. Repentinamente, comenzó a sonar la música de la orquesta, entre abrazo y abrazo de los habitantes. Sonaban pitos, tambores.
Nuria y Jordi continuaban, tímidamente, observándose con incredulidad. Por fin se decidieron, recorriendo paso a paso cada una de las piedras colocadas sobre el río. Al encontrarse cara a cara, tan solo pudieron esbozar una sonrisa que valió más que mil palabras.
El Pont de la Capella no solo unió a todo un pueblo, facilitando actividades mercantiles, turísticas, recreativas y demás. Mucho más allá, consiguió tender puentes en sus vidas.
A lo lejos, las campanas de un austero campanario de torre cuadrada comenzaron a sonar, dando la bienvenida a una nueva etapa.
Sapiens Polímata.