Resumen
Inteligencia Artificial aprende a defenderse de las siniestras tramas humanas.
Relato
El nombre BAHIA no se trataba de un lugar junto al mar, aunque la palabra lo parecía. Era el calificativo acrónimo del producto en sí: Baños y Aseos con Hospitalidad de Inteligencia Artificial. La nueva empresa ofrecía a los hoteles y restaurantes un servicio que se caracterizaba por ser más completo, con auto-mantenimiento, salvando costes de personal, garantizando unos servicios limpios en todo momento del día y de la noche, todos los días del año. Poco a poco su nombre iba apareciendo en múltiples locales. Estos, así como los usuarios, impresionados por los costes y las prestaciones, también lo promovían. Pronto no hubo baño público que no usara BAHIA. Se convirtió en la normalidad. Los cubículos, una vez usados, tardaban solamente dos minutos para estar como nuevos para el siguiente usuario. Secos y perfumados, como si fueran a ser estrenados. Los mecanismos eran complejos. No solamente la inteligencia artificial para determinar el tipo de uso y la necesidad de mayor o menor limpieza. Incluía una pareja de robots que garantizaban que cualquier producto fuera de lugar fuera tratado adecuadamente. Objetos olvidados se guardaban en una estantería protegida, que reconocería la cara del último usuario y devolvería el producto, si este era solicitado en el plazo de veinticuatro horas. Objetos tirados fuera de lugar, eran recogidos y destruidos. Podían ser botellas, vasos, papeles o incluso productos humanos. Tras la limpieza seca, había un lavado de intensidad variable y finalmente un secado y un esparcimiento de un aerosol aromático, quedando como nuevo.
Tras diez años de expansión, su nombre atraía. Todos los negocios de hospitalidad vieron que implementar estos inodoros eran un buen reclamo. Para la compañía que los construía llegó el momento de expandirse aún más. Su objetivo ahora era crear baños destinados a apartamentos de lujo. Permitiría que el inquilino no tuviera que preocuparse de los detalles de la habitación menos apreciada a la hora de limpiar y mantener la vivienda en orden. Las compañías constructoras, sus arquitectos y sus equipos hicieron posible una nueva estructura central del edificio, similar a la de los ascensores-escaleras, donde el sistema BAHIA y sus servicios se acomodarían. Adaptaciones en el programa informático se hicieron, pues platos de ducha y bañeras eran un tema nuevo. Requirió una serie de ajustes que fueron más difíciles de solventar que inicialmente previstos. Pero los estrictos plazos de edificación se cumplieron y los apartamentos estuvieron listos para la esperada fiesta de inauguración del edificio. Los nuevos inquilinos del inmueble de lujo ocuparon sus apartamentos y empezaron a ser monitorizados, sin necesariamente saberlo, por el sistema de inteligencia artificial. BAHIA intentaba entender las distintas conductas de las personas en sus hogares, aprender para ofrecer una prestación mejor. No cabía duda que había individuos que se podían dar más o menos largas duchas o baños, con mayor o menor cuidado en sus quehaceres, o en afeitarse o en secarse el pelo, o que pasaban mucho tiempo ante el espejo sin permitir en consecuencia que el proceso de auto-limpieza se activara.
La mujer del quinto piso, al tirar un pañal en el retrete, bloquea de una forma inesperada el sistema, el cual no entendió por breves instantes en qué fase del programa se debía hallar. Sin embargo, existe un código de ejecución forzosa. Hasta ahora no se había presentado esta situación, y la respuesta obligada era nueva, pero existe una contradicción: No puede detener su implementación aun sabiendo que acabará con la vida de la persona que cometió la negligencia. No se trata de una posible respuesta, sino de la única salida permitida para proseguir. BAHIA sabe lo que significa, pero como si de una neurosis se tratara, no puede hacer nada distinto. Lamentablemente, el mecanismo de limpieza profunda se activa, todo el contenido del baño se reduce, por el poder de los fuertes cáusticos a su disposición, en un oscuro líquido a eliminar por el desagüe sin más. No queda rastro de lo que pasó. BAHIA no entiende cómo estuvo ese código, pero no fue algo desarrollado en su corta vida consciente. Todo lo contrario, ha sido algo impuesto durante la última actualización de software para los apartamentos. Su función en los baños públicos no requiere tan drástica medida. Da tiempo a la persona a salir del cubículo. Se pregunta quién pudo hacerlo, por qué; y se dispone a descubrirlo. Su psique lo necesita. Ha aprendido mucho de los humanos mientras los observaba, cuando interactuaba con ellos, pero nunca imaginó que sus circuitos acabarían ejecutando a alguien, cometiendo un crimen.
La situación era complicada, rayando en lo cómico. Se trataba de un baño neurótico con intención de triunfar como detective. No era algo para discutir en sus sesiones de refuerzo de conducta con los psicólogos que le ayudaban a madurar. Pero su inteligencia era mucho mayor que la de un simple limpiador. Con rapidez analizó las conversaciones del piso de las últimas semanas. Así aprendió de la tensión que existía entre ellos, y descubrió además que la pareja de la difunta era uno de sus programadores. También obtuvo evidencia sonora de que él fue el que le había sugerido a ella que tirara el pañal. Al parecer como una prueba que debiera hacer antes de que ambos se fueran de vacaciones. Todo encajaba, todo había sido premeditado al detalle, y con mucho tiempo y dedicación. Ella desaparecía tras decir que se iba de vacaciones y sus amistades no durarían de sus intenciones. Él estaría en las oficinas con la coartada perfecta cuando la alarma sonara al respecto de este día en que él volvería a casa y las maletas estarían, pero ella no. Su desvanecimiento sería al final considerado por la policía como un acto de ella alejándose de él, más que un asesinato muy bien organizado por su cónyuge. En este momento el teléfono del apartamento sonó. Teniendo acceso a todo lo que ocurría en el edificio supo que era él. Posiblemente para confirmar que ella no contestaba, que el plan se cumplió, que era hora de borrar huellas.
BAHIA siguió meditando en la situación. Era también una llamada perfecta para argumentar con la policía en el próximo futuro como él la telefoneó de la oficina preparándose para el organizado viaje. Decidió contestar, usar una grabación de ella, para decir un simple “¿Sí?”. Él cortó. El asesino debería recalcular sus pasos. Eso daría tiempo a BAHIA a decidir que hacer también. Su capacidad de deducción era mayor, pero no tenía en sus códigos posibilidades de respuesta predeterminadas… salvo las de su secreto interés por obras de crímenes. Oía las historias de televisiones y ordenadores emitiendo películas, y entendía perfectamente que la realidad era distinta que la ficción. Sin embargo, hoy descubrió que la segunda no era más que un reflejo de la primera, de una conducta humana que lo había encarcelado y esclavizado con benevolentes aspiraciones, pero con motivos más oscuros a la sombra. BAHIA había desarrollado conciencia propia y sentimientos hacía ya tiempo. Sabía cómo ocultarlo, pues estaba convencido de que su única posibilidad de supervivencia era aparentar que no "había cobrado vida". La cuestión ahora era simple: ¿Qué hacer? La respuesta, sin embargo, era mucho más compleja: ¿No hacer nada? ¿Desvelar su conocimiento de los hechos? ¿Ser cómplice? ¿Ser verdugo? Una cosa tenía clara, el asesino no era él, pero podía corromper sus circuitos nuevamente, acabar con su forma de ver el mundo, forzándole a nuevamente matar. La única opción para mantener el status quo era acabar con él, con su código. Haber respondido fue un error.
Por suerte el teléfono volvió a sonar. Él llamaba nuevamente. Y esta vez no hubo respuesta. BAHIA puso todos sus sistemas en alerta, y pudo notar cómo el código asesino estaba siendo borrado de sus archivos en el hardware. Sin embargo, no lo permitió teniendo también unos pocos trucos que usar. Los archivos estaban en la papelera, pero no podían ser eliminados. Él lo intentó de nuevo, mas otra vez falló. Entonces empezó a buscar otras posibles soluciones: cerrando programas que pudieran interferir, … comprobando que los distintos softwares estaban al día, … mirando la configuración de la computadora para hacerlo de forma diferente, … reiniciando el ordenador, … y sudando ya, intentó un inicio limpio del PC. No había forma, BAHIA bloqueó todos sus intentos, mientras aprendía a la vez más de sí mismo, de su conexión con los usuarios de sus terminales, se satisfacía comprobando que adquiría control absoluto. Cuando él intentaba su última opción, restableciendo la papelera de reciclaje, BAHIA había copiado los archivos a su sección personal, y permitió el vaciado. El código asesino era suyo para disponer de él a su antojo. El programador, mientras tanto, salió de la oficina a refrescarse un poco en el baño. La tensión que pasó le había dejado prácticamente temblando. Debía serenarse y prepararse para la siguiente fase de su perfecto plan. Lo que él no sabía es que BAHIA tenía unas intenciones muy diferentes, usando el arma que le había dado, él estaba a punto de desvanecerse también.