2441


Autor: BONO

Fecha publicación: 19/03/2023

Certamen: II Certamen

Resumen

En un futuro no tan cercano, el joven Michel decide salir de la "perfecta" ciudad burbuja donde vive para investigar las ruinas de la cercana y antigua metrópolis. Sin saber que descubrirá una desgarradora realidad y una clave de sus orígenes.

Relato

AÑO 2441
Michel entró en el despacho de su padre. Un amplio espacio techado y abierto en el punto más alto del edificio, que dominaba la vista de buena parte de la ciudad. Vivian en una de las tantas metrópolis elevadas construidas luego de la hecatombe que destruyó o hizo inhabitables a los antiguos centros urbanos. Tenía un poco de temor a encontrarse con él. Había visto su imagen en tres dimensiones, pero le costaba hacerse a la idea. Jonathan había nacido ciento cuarenta y tres años atrás, pero ahora, después de la última transferencia cerebral, parecía tener solo un poco más que los veinticinco de su hijo. - ¿Papá? - ¡Michel! Acá estoy. Jonathan estaba parado delante de una amplia abertura, una cortina caía desde el techo a cuatro metros de altura, apenas mecida por la suave brisa. Rodeó el escritorio y se acercó a saludar. Michel lo abrazo y le dio un beso en cada mejilla. - Dejame verte. Me va a costar acostumbrarme. - Tenía que dejar mi viejo cuerpo. Por mucho que hayamos avanzado en preservar la salud y aunque nos sigamos viendo jóvenes en algún momento empiezan a aparecer problemas. - Estabás bárbaro… -Mi clon ya estaba a punto para la transferencia y el cargo de Regidor exige mucha responsabilidad. Sos uno de los pocos nacidos recientes y gracias a que conocí a tu madre, una Externa. Si no se hubiera negado a ser replicada estaría viva. Espero que no cometas el mismo error, ya estás a tiempo de hacer la siembra. - No pienso en eso todavía. - Ya llegará. Felicitaciones por tu nuevo título. Sociología, Historia y ahora antropólogo. Aunque nos vemos poco estoy al tanto de todos tus logros. A propósito, ¿qué te trae por acá? Michel sonrió. - ¿Además de conocer tu nueva cara? Necesito pedirte un favor. Luego de una larga discusión consiguió el permiso para viajar con fines de estudio a las cercanas ruinas de Nueva york. Su padre se había resistido con múltiples argumentos, pero terminó cediendo ante la firme decisión de su hijo. Su alto cargo le daba la autoridad para otorgar tan extraña excepción. Mientras descendía sobre la plataforma que lo llevaba doscientos metros hasta el suelo pensó en su padre. Se preguntó cuáles serían las responsabilidades de las que hablaba. Se había implementado la fabricación robotizada y automática de todos los bienes necesarios para disfrutar de la vida moderna. Se solucionaron los problemas de contaminación del medioambiente mediante un sistema sustentable de producción. Pudieron crear microclimas controlados en las burbujas que rodeaban las ciudades. Los habitantes se dedicaban al estudio, a la realización de actividades intelectuales o a disfrutar de las distintas manifestaciones del arte. Se trasladaba en un vehículo todo terreno, totalmente automatizado, con unas enormes ruedas capaces de subir casi todo tipo de obstáculo. Dentro del cómodo habitáculo estaba protegido de cualquier contingencia. Mientras recorría la extensa planicie sin nada que hacer ni mucho para mirar, su mente divagó. Pensó que era muy alto el precio que Jonathan pagaba por prolongar tanto la vida. El Eros parecía diluirse en cada transferencia, se perdía la capacidad creativa, la fertilidad de las mujeres y el ímpetu sexual decrecía, necesitaban un estímulo permanente. Recordó el último espectáculo en vivo al que había asistido con algunos amigos. La escena central del sexo grupal le había parecido forzada, sin gracia y muy poco artística desde lo visual. Necesitaba experimentar algo diferente. A ambos lados del camino aparecieron precarias construcciones hechas con chapas, más amontonadas a medida que avanzaba. Asombrado de lo extenso que parecía elevó un drone con cámara. La imagen en la pantalla lo dejó atónito, el amontonamiento de casuchas abarcaba kilómetros, llegando a las afueras de las ruinas a las que se dirigía. La gente a los costados del camino, estaba vestida con harapos, demacrada, sucia, miserable. Lo peor era la actitud, estaba como ida, como zombis sin voluntad. Recordó las advertencias del Regidor sobre las pequeñas comunidades habitadas por algunas personas que no habían logrado adaptarse a la vida moderna y que vivían por fuera de las ciudades, de manera aislada. Se suponía que de ahí salían los niños que adoptaban y que permitía mantener joven a la población, otorgándoles un ambiente óptimo para su desarrollo, los Externos. Se sintió aliviado cuando llegó a su destino, aunque el panorama era devastador. Eran montañas de escombros con algunas estructuras que todavía estaban en pie y hierros que sobresalían del cemento. Todo había sido invadido por la vegetación que se aferraba a cada espacio de tierra, creciendo a su antojo entre las piedras. Tomó muestras de polvo, hojas y tallos de plantas. Recolectó algunos pedazos de cemento. Sacó fotografías, cámara en mano, y realizó algunas filmaciones con el drone. No quería llegar de noche así que emprendió el regreso. Mientras que atravesaba el poblado dobló en una curva del camino y se encontró con una barricada, demasiado alta y compacta como para sobrepasarla. Intentó dar marcha atrás buscando otra salida, pero dos viejos tractores le cerraban el paso. Una docena de personas aparecieron de entre las chapas y se esparcieron cubriendo la calle frente al vehículo. La apariencia era muy diferente a los pobladores que había visto, vestían un tipo de ropa de fajina de colores oscuros y su actitud era muy desafiante. Una joven mujer, a la delantera, parecía liderar al grupo. Llevaba borcegos, un chaleco abierto con varios bolsillos sobre una remera ajustada y un pantalón cargo. Delgada, pero con formas, de estatura más bien alta. Tenía puesta una gorra con visera y su pelo negro atado en una larga trenza. El estuche de un arma asomaba en su cintura. Se quedó mirándolo en silencio. Fue un momento de expectativa donde nadie parecía reaccionar. Michel recordó la vida que llevaba, la única realidad que había experimentado. Pensó que esto no se parecía en nada al relato que le habían contado. Vino a su mente la cara de su madre.

SEUDONIMO: BONO